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La noche de mi vida cambió en ese callejón oscuro. Sofía, mi novia menudita, y Elena, mi hermana siempre protectora, me "salvaron" de unos asaltantes. Me sentí el hombre más afortunado, amado y a salvo, hasta que mi celular vibró. Un mensaje anónimo reveló que todo era una farsa: el asalto, su "heroísmo", mis tragedias pasadas, incluso mi desempleo y el robo de mi auto. Todo fue orquestado por ellas y mi "mejor amigo" Ricardo, para exprimir mi vida y alimentar su codicia y estatus. Me convirtieron en un títere en su obra cruel, donde mi dolor era su ganancia, mi sufrimiento su combustible. Cuando intenté desenmascararlos, me aplastaron sin piedad. Sofía me desfiguró con una botella, Elena me despojó de mi herencia, mi hogar, mi futuro, y se lo ofreció todo a Ricardo como dote. ¿Cómo era posible que las personas que más amaba me traicionaran tan brutalmente, transformando mi existencia en un infierno para su propio beneficio? Tirado en el suelo, despojado de todo, hice una elección: me rendí. No para ellos, sino para mí. Desaparecí, me convertí en un monje, borré a José Luis de la faz de la tierra. Pero al hacerlo, sin yo saberlo, encendí la mecha de su propia destrucción.