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Elena Rojas sonreía. Sus vacaciones perfectas en Oaxaca, un respiro que se había dado después de años. Publicó una última foto: "Recargando el alma". No sabía que esa simple frase sería el detonante de su destrucción. El teléfono sonó. "¡Papá! ¿Qué tal? ¿Viste mis fotos?" Su voz se quebró al escuchar la suya: fría, dura. "Elena, ¿de dónde sacaste el dinero para ese viaje?" La acusación de malversación la dejó sin aliento. "¡Imposible! Yo no tengo acceso." "Los registros no mienten. Eres una vergüenza, una ladrona." Y colgó. Minutos después, otra llamada. "Elena, habla Ricardo, de Recursos Humanos. Terminamos tu contrato." Su carrera, demolida. Las lágrimas rodaron mientras sonaba la tercera llamada: su madre. "Mija, me enteré. Organicé una cena. Tu tío Arturo te conseguirá trabajo." Una cena en un lujoso restaurante. Su madre se puso de pie, su voz temblaba de dramatismo. "¡Un brindis por mi hija, Elena! ¡La que me ha pagado de la peor manera!" Se arremangó el vestido, revelando moretones falsos. "¡Me robó! ¡Sacó un millón de pesos a mi nombre! ¡Y cuando los cobradores vinieron, como no tenía cómo pagar, me golpearon!" El silencio se apoderó del lugar. Su padre se levantó, el rostro rojo de furia. "¡Cállate, ladrona desagradecida!" La mano de su padre se estrelló contra su mejilla. Cayó al suelo, el sabor de la sangre en la boca. "¡Ya no eres mi hija! ¡Lárgate y no vuelvas!" Humillada, salió corriendo. Su abuela la recibió con una mirada gélida. "Ya lo sé todo. Cortaste los frenos de mi coche. Querías matarme para cobrar mi seguro." "¡Abuela, no! ¡Cómo puedes pensar eso!" "Ya llamé a la policía y a los noticieros. Mañana, todo México sabrá la criminal que eres." "La asesina de abuelitas", "De robar a sus padres a intentar matar por herencia". Su vida, acabada. Las mentiras se volvieron virales. Llorando desconsoladamente, sintió el impacto brutal. La oscuridad la envolvió. "¿Por qué?" El sonido insistente de su celular. Abrió los ojos. Estaba en su cama. La pantalla mostraba la misma fecha. Estaba viva. Había vuelto. Una segunda oportunidad. Esta vez, no sería la víctima.