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En la bulliciosa ciudad de Umika, Alice Nilzen parece tenerlo todo: belleza, inteligencia y el control de Nilzen Corporation junto a su abuelo. Sin embargo, detrás de la fachada de éxito empresarial y matrimonio aparentemente perfecto con Zac, un miembro de la influyente familia Kuri, se oculta un laberinto de secretos. Con la ayuda de sus fieles amigos Kas y Less, y el enigmático Mark, Alice se ve arrastrada a una red de intrigas donde las lealtades se ponen a prueba y las verdades ocultas amenazan con salir a la luz. En medio de juegos de poder y manipulaciones, Luca, un carismático abogado y profesor, emerge como un aliado inesperado para Alice, no solo en su búsqueda de justicia empresarial, sino también en la exploración de los oscuros secretos familiares que han marcado su vida. Mientras su padre reaparece con secretos del pasado y su madre vive una vida separada con una nueva familia, Alice se encuentra en una encrucijada donde debe elegir entre el deber familiar y el deseo de libertad y amor verdadero. Con el apoyo inquebrantable de su abuelo, el fundador de Nilzen Corporation, y su abuela amorosa, Alice se sumerge en un viaje emocional hacia la verdad y la redención. Enfrentándose a las maquinaciones de Zac y los desafíos emocionales con Mark, quien oscila entre la obsesión y la redención, Alice descubre que el camino hacia la auténtica felicidad y el éxito empresarial está plagado de giros inesperados y revelaciones impactantes.
El cielo de Umika estaba teñido de un azul profundo, salpicado por los relucientes rascacielos que parecían rozar las nubes. Desde la ventana de mi penthouse, podía ver la ciudad despertar, el ajetreo constante de una metrópolis que nunca dormía. Aunque este panorama era el fondo de mi vida cotidiana, hoy parecía distinto, más inquietante.
La alarma de mi teléfono sonó a las siete en punto, marcando el inicio de otro día cargado de responsabilidades. Me levanté y me dirigí al vestidor, donde la ropa colgaba ordenadamente como soldados listos para una batalla. Opté por un conjunto elegante pero femenino: una blusa de seda color lavanda y una falda lápiz negra.
Mientras me arreglaba frente al espejo, recordé las palabras de mi abuelo: "Alice, el mundo es un tablero de ajedrez y tú eres nuestra reina".
La presión de estar a la altura de sus expectativas siempre pesaba sobre mí, pero también me daba fuerzas.
Salí de mi habitación y caminé por el pasillo adornado con obras de arte y fotografías familiares, recordatorios de la historia y el legado de los Nilzen.
Al llegar al comedor, mis abuelos ya estaban allí, como siempre. Mi abuelo, un hombre imponente con una mirada que podía derretir el acero, y mi abuela, cuya calidez era el pegamento que mantenía unida a nuestra familia.
"Buenos días, abuelos", dije, dándoles un beso en la mejilla a cada uno.
"Buenos días, querida", respondió mi abuelo, con su usual voz firme. "Hoy tienes una reunión importante en la oficina. Quiero que prestes especial atención a los detalles del contrato con los Kuri".
"Sí, abuelo. Estoy lista", afirmé, aunque una parte de mí siempre dudaba si realmente lo estaba.
Mi abuela me sonrió con ternura y deslizó una taza de té hacia mí.
"Recuerda, Alice, que estamos orgullosos de ti, no importa lo que pase", dijo suavemente.
"Gracias, abuela. Eso significa mucho para mí", respondí, tomando un sorbo de té.
Justo en ese momento, mi hermano Eddie entró en la cocina, con su habitual aire despreocupado. A diferencia de mí, él nunca se sintió atraído por los negocios familiares. Su pasión eran las artes, y aunque nuestros caminos eran diferentes, siempre nos apoyábamos mutuamente.
"Buenos días, hermanita. ¿Lista para otro día de conquistas empresariales?", bromeó, dándome un ligero empujón en el hombro.
"Siempre lista", sonreí, aunque mi mente ya estaba enfocada en la reunión que tenía por delante.
"Eddie, ¿has considerado alguna vez unirte al negocio familiar?", preguntó mi abuelo, sin poder evitarlo.
"Lo he considerado, abuelo, pero sabes que mi corazón es de un artista, no de un buen empresario", respondió Eddie con sinceridad.
"Lo sé, hijo y estamos orgullosos de eso también", dijo mi abuelo con una sonrisa.
"Gracias, abuelo lo sé y me alegra que así sea", respondió Eddie, levantando su taza en un gesto de agradecimiento.
El desayuno transcurrió entre conversaciones triviales y risas, algo que siempre apreciaba.
La calidez de mi familia era mi ancla en un mundo lleno de expectativas y presiones.
"Imagíname como CEO de la empresa, nos llevaría a la ruina en menos de un mes seguramente", dijo Eddie riendo.
Los demás no pudimos contener la risa y asentimos estando de acuerdo con él, "Así es abuelo, mejor contratémoslo para que haga un mural en las paredes de la empresa, eso sería genial", propuse con entusiasmo.
La mirada de mi abuela y de mi hermano brilló al escucharme, y mi abuelo no pudo resistir ante tal escena: "Mmm lo pensaré...", hubo un breve silencio y enseguida continuó, "Está bien, pero tiene que ser algo impresionante, empieza cuando quieras".
Luego de eso, todos nos emocionamos y felicitamos a Eddie por su nuevo trabajo.
Después del desayuno, mi chofer me llevó a la universidad. Las miradas de los estudiantes se posaban sobre mí con una mezcla de admiración y envidia a pesar de que la mayoría provenían de familias adineradas, sin embargo la mía y la de Zac eran las mas poderosas de la ciudad.
"Mira, es Alice Nilzen. Siempre tan elegante", comentó una chica a su amiga.
"Sí, y esa bolsa... debe costar una fortuna", respondió la otra con cierto anhelo en sus palabras.
"Ni hablar del chofer. Es la vida que cualquier persona normal desea", dijo con desdén.
Al llegar a la Universidad de Umika, me dirigí a mi primera clase del día. Los pasillos estaban llenos de estudiantes apresurados, cada uno inmerso en su propio mundo. Me encontré con Kas, mi mejor amiga, en el pasillo. Su energía contagiosa siempre lograba calmar mis nervios.
"¡Alice! ¿Estás lista para la presentación de hoy?", preguntó con entusiasmo.
"Sí, lo estoy, gracias a tus consejos", respondí, agradecida por su apoyo incondicional.
"Vamos a dejar boquiabierto a todo el mundo", dijo Kas, guiñándome un ojo.
Nuestra presentación trataba sobre estrategias de expansión internacional para una empresa ficticia, un tema que, irónicamente, no estaba tan lejos de la realidad de mi vida diaria.
La preparación había sido ardua, pero Kas y yo éramos un equipo formidable.
Al entrar al aula, sentí todas las miradas sobre nosotras, pero me concentré en el contenido de nuestra presentación. Confiaba en que nuestro esfuerzo daría frutos.
"Alice, Kas, adelante", dijo el profesor, indicando que era nuestro turno.
Kas comenzó a hablar con la seguridad que la caracterizaba, y yo continué explicando los detalles de nuestras estrategias. El profesor asintió, impresionado, y los estudiantes tomaron notas atentamente.
"Excelente trabajo, chicas", dijo el profesor al final y luego continuó, "Tienen un gran futuro en los negocios".
La clase transcurrió sin contratiempos, pero mi mente seguía divagando hacia la reunión de la tarde y, inevitablemente, hacia Zac.
A pesar de nuestros apretados horarios, Zac y yo siempre encontrábamos momentos para estar juntos.
Nos conocimos en uno de los eventos empresariales de nuestras familias, y desde entonces, nuestra conexión había sido innegable. La forma en que me miró por primera vez, la chispa que sentí... sabía que él era diferente.
Pensar en él siempre hacía que mi corazón latiera más rápido.
Al salir de la universidad, lo vi esperándome en su deportivo.
Era un elegante Aston Martin DB11 negro, que siempre atraía miradas, además, Zac era la imagen de la elegancia y el carisma. Con su porte atlético, su rostro fino de piel blanca, el pelo negro perfectamente peinado y esos ojos color azul que parecían ver a través de mi alma, era imposible no sentirse atraída por él.
Siempre vestía impecablemente, con un traje que realzaba su esbelta figura.
"Hola, hermosa", saludó, abriendo la puerta del coche para mí.
Alrededor de nosotros, podía escuchar los murmullos y susurros de envidia de otros estudiantes.
"¿Viste el coche nuevo de Zac? Es increíble, comentó una chica a su amiga.
"Y Alice... ¡qué suerte tiene!", respondió la otra, con un tono mezcla de admiración y celos.
"Hola, amor", respondí, sintiendo un calor familiar en mi pecho mientras subía al coche.
Enseguida subimos al auto, puso algo de música de los 80´s que siempre nos relajaba. Las notas de Like a prayer de 1989 llenaban el coche, y por un momento, me permití disfrutar del momento. Miré a Zac, tan concentrado en la carretera, y me pregunté qué haría sin él en mi vida. Su amor y apoyo eran mi refugio.
"¿Estoy haciendo lo correcto?", me preguntaba a mí misma. "¿Podré manejar todo lo que se espera de mí? Y Mark... ¿Qué haré si sigue obsesionándose conmigo?".
"¿En qué tanto piensas?", preguntó Zac, tomando mi mano mientras conducía.
"Solo en la reunión de esta tarde", mentí, sin querer preocuparlo.
"Sé que te irá bien. Eres la mejor en lo que haces", dijo, apretando suavemente mi mano.
"Gracias, amor. Tú siempre sabes cómo calmar mis nervios", respondí, mirándolo con cariño.
"Y tú siempre sabes cómo robarme el aliento", dijo, lanzándome una de esas miradas que me hacían sentir única en el mundo.
Al llegar a casa, me despedí de Zac con un largo beso, sintiendo su calidez envolviéndome.
"Nos vemos después, mi amor", dijo suavemente.
"Nos vemos", respondí mientras le lanzaba un beso, deseando que el día pasara rápido para estar de nuevo en sus brazos.
Enseguida me dirigí a mi estudio. Tenía que revisar los documentos para la reunión de la tarde, pero una sensación de inquietud no me abandonaba.
Las palabras de mi abuelo resonaban en mi mente: "El mundo es un tablero de ajedrez, Alice, y cada movimiento cuenta".
Entonces extendí los documentos sobre mi escritorio y comencé a revisarlos. Eran contratos complejos con la familia Kuri, cada cláusula y detalle requería mi atención.
"Veamos... cláusula 4.2, sobre la distribución de beneficios.
Esto podría ser problemático", murmuré para mí misma, subrayando las partes importantes.
Pero mientras trabajaba, una notificación en mi teléfono llamó mi atención.
Cuando leí el remitente, mi corazón se aceleró con ansiedad, era Mark de nuevo, "Nos veremos pronto, Alice. No olvides quién está dispuesto a hacer cualquier cosa por ti".
Mark había sido un amigo cercano, pero su comportamiento había cambiado drásticamente cuando Zac y yo comenzamos a salir.
Se volvió cada vez más controlador y manipulador, llegando a un punto en que su obsesión se volvió enfermiza.
Él provenía de una familia con una reputación algo dudosa, envuelta en la política pues su papá era presidente de un partido político muy importante en la ciudad, sin embargo se decía que su riqueza provenía de actividades no tan lícitas.
Por su parte Mark era conocido por su soberbia y por que siempre estaba metido en problemas, así que sabía que no se detendría ante nada para obtener lo que quería, y su obsesión por mí era una amenaza constante.
"¿Y ahora qué demonios haré con esto?", susurré, sintiendo el peso de su sutil amenaza.
El peligro estaba cerca, más de lo que me gustaría admitir. Pero estaba decidida a enfrentar lo que viniera, con la determinación y la fortaleza que mis abuelos me habían inculcado. La batalla por mi legado, mi amor y mi propia paz apenas comenzaba.
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