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Era un ángel guardián, que se enamoro de su protegida, por lo que el "gran dios", lo desterro del cielo y lo mandó al rincón más oscuro de la tierra, convertido en demonio se levantó para conquistar a la humana por la que había caído.
Hacía milenios que ningún ángel era desterrado del cielo, pero ese día, un solo error, provocó que lo echaran al más profundo de los abismos.
Era el milenio de los truenos, donde había mucho trabajo por hacer y Daniel, el más poderoso de los ángeles tenía problemas causados por su único defecto, la bondad.
-Me llevarán ante el consejo, sólo porque hice algo que le salvó la vida a un humano -renegó. Aquel había sido el segundo más grave error, alzarle la voz a Dios.
-Arrodillate ante mí, pídeme perdón, humillate y dame gracias por darte la vida -odeno Dios.
Daniel se arrodilló ante él, como lo había hecho muchas veces y como lo hacían todos.
-Perdóname Dios, todo poderoso, generoso, alfa y omega, tú eres y serás siempre el único Dios en el universo -dijo mientras una lágrima se derramaba por sus mejillas.
Estaba cansado de que el "gran yo soy" los humillara, les pidiera que se arrodillaran y les recordará una y otra vez que él era el señor de señores y rey de reyes. Que les echará en cara que los había creado y que los castigaría duramente por cada acción, que ni sus mentes tenían privacidad y que él, se daba cuenta de todo, por ende, había miedo en los cielos.
-Vete y espera que tengas algo de compasión por ti -dijo "el gran yo soy" de los cielos.
Daniel se marchó de la presencia de Dios y fue a llorar hasta un rincón, el rincón más oculto del cielo.
Jamás pensé tenerlo entre mis piernas, dentro de mí, sintiendo su dulce respiración agitada y mirando su hermoso cuerpo encima mío, pero pasó, "¿cómo pasó?" No lo sé ni creo saberlo, todo fue tan rápido, paso tan de manera natural que ahora prefiero ni pensar en eso. Yo tan joven y él..., él simplemente tan lejano a mi, o al menos eso parecía. Diferente, distante, callado, demasiado reservado para mí gusto pero extremadamente atractivo, aunque había veces que me ponía a pensar si en realidad es atractivo o su manera de ser es la que me gusta. A veces decimos "atractivo" refiriéndonos a su físico, pero no nos damos cuenta de que quizá no encaja en el estereotipo de belleza, sino más bien, su aura es la que nos enamora; pero, ¿cómo le digo que lo amo? Y es que ni siquiera se si es amor o nada más es que el calor del momento, el fuego de la pasión que un día, conforme el tiempo se apagará. Él no muestra amor hacia mí, ¿será porque me mira demasiado joven y le preocupa el que dirán? Desde que lo conozco, mi mente es un lío lleno de preguntas sin respuesta, dudas que quizá él pueda despejar pero ¿cómo decirle...? ¿cómo hablarle? Si jamás me ha regalado una sonrisa, una sola, solo una, nada. Es tan neutro que intimida, que me da miedo y deseos de alejarme, quizá eso sea lo más sano pero cuando me decido a decir "hasta aquí", él me llama o me envía un mensaje de texto para verme y cuando menos lo pienso, ya lo tengo entre mis piernas. Escucho la risa de mi amiga, ella es la sobrina de él, por ella lo conocí, "por sus inventos estoy como estoy." Me retracto ante lo pensado, ella solo me lo presentó, fui yo la que comenzó a jugar al gato y al ratón donde yo me sentía como un felino y a él lo miraba como mi presa, pero resultó ser todo lo contrario, porque yo puedo tenerlo entre mis piernas pero él... Él me tiene a sus pies, quizá no tanto así, pero si algo tengo seguro es de que lo tengo impregnado en mi piel y muy dentro de mi corazón y pensamientos. ¿Será que él piensa en mí? Quizá sólo para cuando necesita sexo. Hay ocasiones en las que quisiera que todo esto fuera un sueño, despertar y conocerlo jamás. Todo sería diferente si mis padres aún vivieran, ¡maldito accidente! Siempre les agradeceré que fueron personas que trabajaban mucho y pensaban en nosotros y un futuro seguro, no eran egoístas, no pensaban solo en ellos o vivir el día a día. Siempre estuvieron pensando en el día que les tocará morir, pero jamás pensamos que sucedería tan pronto, mucho peor, jamás imaginé que mi único hermano muriera junto con mis padres. Si no fuera por mi loca amiga, estuviera muerta; jamás olvidaré el día en el que vertía veneno en mi café, ella llegó como enviada por el destino, sintió aquel olor repugnante en mi café y me hizo hablar. Tuve que decirle lo que le había puesto y sin juzgarme, no dudó en llevarme con la psicóloga de la preparatoria y ahora me encuentro bien, tengo mucho por vivir y lo único que quiero es que estén donde estén, mis padres se sientan orgullosos de mi. Con todos los derechos reservados
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