voz femenina retumbab
que había tenido, el cual le recordó, la razón por la
er-. Si no fueras el jefe
os, que mostraban el ángel que un día fue. Como había salido del abismo profundo en el que su creador lo había enviado era una larga historia que jamás contaría, su coraz
ás me valió
do por un tumor, vamos a hacerle estudios, se va a atender aquí y pues nada, aquí tie
bien, p
on el programa
n, b
a humana de la cual fue su ángel guardián y por salvarle la vida, lo habían mandado al destierro. Suspiro, no sabría que sentiría al verla, puesto que no podía negar que la llegó a que
o de diez metros cuadrados muy cerca de la Casa Socorro en San Sebastián, planeaba dejar aquella ciudad, puesto que vivir ahí cada día era más costoso; una ciudad turística no era lo más ideal para una joven que vivía de su pensión, el único motivo por el que aún no se iba era porque un programa de televisión, se ofreció a pagarle todo el tratamien
café y recordaba cuántos libros había leído, volvía a sentir que la vida tenía algo de
. Antes, no se cuanto tiempo atrás, sentía que mi vida tenía paz, vivía como tú, tú sabes, trabaje y trabaje
ho, para poder costearse todos sus gastos sin problema y ahorrar para segui
que podía; ya le había dicho muchas veces que se fuera a vivir con ella, pero Alma padecía de una gran depre
por siempre, desterrado del cielo pero en la tierra, no necesitaba un cielo cuando tenían a los dioses y un Olimpo, por eso, debían buscarlo y guiarlo por el camino correcto antes de que hiciera cosas feas que afectarán a
e acepte a los dioses, ellos lo protegerán, no lo juzgarán, explícale, p
r ante él, es demasiado oscuro, no me reci
s sin terminar algo, eres bien terca y él no es cosa
se quedaba con la duda de algo y nunca se había dado por vencida, por eso era la mejor opción para que aquel ángel caíd
, aceptando aquella misión casi imposible pero suspiro optimista. Nada
pasaba haciendo dobles turnos, pero no podía mostrar que no se cansaba; no era humano pero trabajaba y vivía entre ellos, por ende, debía mostrarse como uno de ellos. Dolía llegar a casa y encontrarse solo; había perdido toda fe en el cielo, pe
modo al lado del demonio y ronr
los, que las palabras están confundidas; me pregunto, ¿cómo Dios puede ser llamado bueno
aba de odio porque no comprendía como llamaban bueno, a alguien que creaba seres para hacerlos sentir inferiores; para que lo adoraran de rodillas y se humillaran. Él, siendo el demonio en el que se había convertido, no le gustaría ni permitirí
ejarte -le dijo, nu
ía con día contra sus demonios y malos deseos. Daban ganas de hacer mal, de dañar, cuando miraba tanta maldad pero se ponía a
tas, médicos, enfermeros y auxiliares, él saludaba a todos, no sonreía, porque no podía, no lo sentía, nunca nadie lo había
ndo -dijo su secretaria tras él, mi
a única joven que estaba ahí, una
omo siempre, entra
abía hecho siempre, pero no podía mostrar más interés del debido. Sus expresiones estaban muertas, podía
equeña Alma-. El que te saluda, es
bajadora y responsable. Todo el tiempo, en cuanto llegaba a su puesto de trabajo, llevaba el café de su jefe al consultorio, para que él, no tuviera que pedirlo, solo se sentaba a to
das sus preocupaciones. Esa mañana, Alma no había comido, ya que durante el día, solo se podía permitir una comida y era l
eléfono-. Trae algo para que la se
nte, frente al edificio del hospital. Jamás el cirujano había pedido comida para un paci
acias -son
grabar -dijo el di
comer primero, no puedo co
l programa era un éxito. Por su parte, al demonio no le gustaba trabajar con él en un programa de televisión, pero lo ha
spuso a comer, pero al hacerlo de una manera bastante torpe,
mbrada a que alguien me ayude pero no quiero ser grosera -dijo
onto estarás bien -dijo -. Mientras tanto,
ba mucho a su jefe y jamás lo había visto preocuparse tanto por alguien, lo que significaba que estaba enamora