studiar, eso es lo que mi padre siempre dice, sino él me prohibir
na azada en las manos, pero yo siempre fui un poco débil y flaco, no conseguía dar cuenta de todo el servicio en
uando como si yo no estuviera allí, no éramos pobres, pero él se negab
ir su propio nombre, él era el orgullo de mis padres, y yo era el vaga
olegial no era obligatorio, pero yo me golpeé el pie, yo no quería pasar el resto de mis días
a muchas opciones, era muy humilde, como toda biblioteca de pueblo pequeño, mi div
o yo tenía una manera medio diferente por así decir, entonces era la receta perfecta
s días en cama con fiebre y con dolor, él sacó sangre de mí en aquella paliza, mi madre pensó que sería mejor darme un baño de
a paliza, estaba todavía con la espalda cortada y con los dos ojos morados, él me dijo que podía irme, pero que fuera por la mañana, P
r un futuro, yo todavía tenía sueños, quería ser medico de niños, pero mi padre se reí
burro que creía en cualquier tontería, se
is padres eran evangélicos y el pastor de la pequeña capilla siempre decía que t
lto él siempre me ponía de rodillas en el maíz y me hacía reza
undaria iba a ser todo reubicado a la noche, dar esa noticia en casa no sería fácil, pero a difer
as tomaba una cucharada llena de comida. - Tú y Juan se quedan con las patatas,
cuerdo cuando dije algo en la mesa y él tiró mi comida, haciéndome tener ham
para tener un momento en paz, un momento en que yo podía huir de mi realidad, ellos eran abusivos y opre
, el portugués, la historia, y otras cosas, todo lo que implic
sabía que no me darían un solo centavo, pues yo trabajaba, pero no recibía na
o, esta vez no fue diferente, él me dio los cuadernos, las plumas y los libros de cada materia, dijo que no us
esos idiotas a casa por tu culpa y por la de Juan, sabes tu hermano puede ser medio ignorante, pero no ser
s reglas y otra si denuncio esta situación mi madre es capaz de ponerme a
rar en casa y rompió un palo de escoba en mi pierna, todo eso por el hech
apital y yo vengo a buscarte, no vas a quedarte con esos monstruos. - Él me extendió la mano y yo negué con la cabeza, si
itativa igual al padre, arreglé todo en la mochila y para no correr el riesgo de tener mis libros quemados los llevaría