ítu
uviera en verde. Dios sabia que no estaba contento de estar en Londres, sin embargo de vez en cuando su trabajo le exigía salir de su país más veces de las que le gustaría, era dueño de una gran cadena hotelera que se
calle, con todas las personas queriendo ver a la persona detrás de los cristales oscuros del vehículo, no es que le molestara la atenció
ave sonido del motor de su vehículo apenas pasaba desapercibido a medida que se aproximaba
mar cuando Alexis era un adolescente. Aun así, su conservadora familia se quedó estupefacta cuando decidió no seguir los pasos de su padre y su abuelo, convirtiéndose en cambio en financiero y extendiéndose a una cadena hotelera reconocido a nivel internacional. Unos años después, sin embargo, los murmullos de desaprobación se habían convertido en aplausos cuando Alexis tuvo un éxito meteórico. Ahora
ada que ca
hasta piso el freno con todas sus fuerzas, los ojos de la mujer se abrieron con sorpresa cuando se detuvo a solo una pulga de ella, fuera del vehiculo Alexis escuc
nde estaba, inmóvil. Incrédula y boquiabierta, observó al conductor, un hombre alto y moreno, sa
intentando respirar mientras pensaba que aquel hombre por poco la atropellaba. Cuando levantó la
na voz ronca de profundo acento que lla
lada no tenía importancia en comparación con esos ojos. Tenía las pestañas mu
encido de que no podían ser de verdad de ese color turquesa y sospech
ando la calle cuando esta
musitando algo en su idioma. No se había dado cuenta de que es
lo fuera descrito en la dec
ó, para evitar conflictos. Habiendo crecido en una familia con fuertes
ue su padre habría llamado una «chica sCecilia» y lo que sus delgadísimas amigas, que disfrutaban metiéndose unas con otras, habrían descrito como
ar las gra
te momento -la interrumpió él, afuera las personas al fin empezaban a dispersarse-Estuve a punto de i
y a denunciar -señaló Valeria con el ceño fruncido ante esto último, i
un suspiro y se relaj
o recibir su denunci
el semáforo estaba en luz verde, pero lle
e esta d
as unos minutos la luz se seguía mantenie
ligro para cualquiera -Dijo Alexis m
a tenido un día fatal, estaba hambrienta, cansada y una migraña empezaba a formarse en su cabeza. Habia estado toda la mañCecilia pasando de entrevista a entrevista, en busc