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Valeria Duncan estaba desesperada, sola y sin trabajo, no habia tenido el mejor día de su vida y casi habia sido atropellada pero cuando el conductor se bajo del carísimo Lamborgini que casi la habría derribado todos sus problemas desaparecieron ante la belleza de Alexis Nikolaidis El orgulloso millonario griego Alexis Nikolaidis no pudo apartar la mirada de la hermosa mujer a la que casi habia arrollado, Valeria definitivamente era totalmente diferente a todas las mujeres que habia conocido en su vida y aun asi habia algo en su inocencia que atrapo su interés, su cuerpo estaba hecho para el sexo y tenia una encantadora boca en forma de corazón que lo tentaba a cometer los placeres más oscuros, no le importaba a que costo pero planeaba poseer a la hermosa mujer. No estaba acostumbrado a recibir un no como respuesta y definitivamente no habia nada en el mundo que lo disuada de conseguir lo que quería Y él deseaba a Valeria en su cama Pero lo que bien empieza como una pequeña llama de deseo bien podría extenderse y amenazar con quemarlo Alexis no parecía tener suficiente de Valeria, sin embargo no creía en cosas como el amor ya una vez habia sido profundamente herido, y se mantenía lejos de aquel sentimiento como pudiera, pero ¿Sera suficiente la pasión? ¿Qué pasara cuando el deseo no sea suficiente como para mantener a Valeria en su cama? ¿Abrirá su corazón o su orgullo le negara la oportunidad de ser feliz por primera vez en mucho tiempo?
Capítulo 1
Alixis Nokolaidis observó a lo lejos la punta croma del gran edificio que se erguía a varios cientos de metros de distancia desde su posición, hizo rugir el motor de su lamborghini mientras esperaba que el semáforo estuviera en verde. Dios sabia que no estaba contento de estar en Londres, sin embargo de vez en cuando su trabajo le exigía salir de su país más veces de las que le gustaría, era dueño de una gran cadena hotelera que se extendía por todo el país, además de eso estaba muy activo en el sector financiera como principal asociado en expresar de exportación de gCeciliadería y pesca, un legado de la familia Nikolaidis que él habia explotado.
-Pfff -Suspiró impaciente mientras esperaba a que el semáforo cambiara de una vez por todas. Odiaba esperar demasiado y mucho más en la calle, con todas las personas queriendo ver a la persona detrás de los cristales oscuros del vehículo, no es que le molestara la atención pues estaba constantemente expuesta a esta, sus disgusto era más por la espera y la aglomeración de las personas a su alrededor como tal
Casi a punto de agradecer al cielo cuando la luz estuvo en verde, salió disparado con un suave sonido del motor de su vehículo apenas pasaba desapercibido a medida que se aproximaba a su hotel, no planeaba quedarse demasiado tiempo en Londres, su amada Valeria lo esperaba.
Alexis no se arredraba ante dificultad alguna... sencillamente porque las dificultades no existían para él. Llevaba una existencia tranquila y bien organizada. Cualquier problema, cualquier incomodidad se evitaba con una buena inyección de dinero. Y el dinero no era obstáculo para un hombre como él. La fortuna de los Nikolaidis, forjada originalmente en la construcción de barcos, había empezado a mermar cuando Alexis era un adolescente. Aun así, su conservadora familia se quedó estupefacta cuando decidió no seguir los pasos de su padre y su abuelo, convirtiéndose en cambio en financiero y extendiéndose a una cadena hotelera reconocido a nivel internacional. Unos años después, sin embargo, los murmullos de desaprobación se habían convertido en aplausos cuando Alexis tuvo un éxito meteórico. Ahora, a menudo aconsejaba a gobiernos sobre sus inversiones. Alexis era, a la edad de treinta y cuatro años, no sólo adorado como un ídolo por su familia, sino un magnate de las finanzas y un adicto al trabajo. En cuestiones más personales, ninguna mujer le había interesado durante más de tres meses. Su poderosa libido y sus emociones estaban férreamente controladas por una mente ágil y bien disciplinada.
No habia nada que cambiara eso
Alexis maldijo en griego cuando no vio a la mujer mientras tomaba la curva y luego no le quedó más remedio que dar un volantazo. El deportivo por poco pasa de largo hasta piso el freno con todas sus fuerzas, los ojos de la mujer se abrieron con sorpresa cuando se detuvo a solo una pulga de ella, fuera del vehiculo Alexis escucho los jadeos de horror y sorpresa de público al su alrededor, su corazón latia a mil en su pecho y la sorpresa fue remplazada por la incredulidad, seguida del enojo
Con los oídos retumbándole por el fuerte sonido del neumáticos al detenerse, Valeria se quedó donde estaba, inmóvil. Incrédula y boquiabierta, observó al conductor, un hombre alto y moreno, salir del coche a toda velocidad. Se movía tan rápidamente como su coche, fue lo primero que pensó.
Sin aliento, Valeria se acuclilló en el suelo cuando un mareo la sobrevino, se quedó en el suelo, intentando respirar mientras pensaba que aquel hombre por poco la atropellaba. Cuando levantó la mirada, se encontró con una piel de bronce y unos exóticos ojos de color dorado, muy brillantes.
-¿Se ha hecho daño? -preguntó él, con una voz ronca de profundo acento que llamo su atención y le produjo escalofríos.
Valeria negó con la cabeza. El hecho de que habia estado a punto de ser arrollada no tenía importancia en comparación con esos ojos. Tenía las pestañas muy largas, un rostro angular y muy masculino que poseía una belleza hipnótica.
Alexis observó los ojos más azules que había visto nunca. Estaba convencido de que no podían ser de verdad de ese color turquesa y sospechaba también del pálido cabello rubio que enmarcaba su rostro ovalado.
-¿Qué demonios hacía cruzando la calle cuando estaba pasando? -Le pregunto
-¿Le importaría apartarse? -murmuró Valeria. Alexis se apartó musitando algo en su idioma. No se había dado cuenta de que estaba casi encima de la mujer que estuvo a punto de atropellas.
No se sorprendería si aquello fuera descrito en la declaración cuando lo demandara
-Lo siento mucho pero el semáforo estaba en verde -Explico y se disculpó, para evitar conflictos. Habiendo crecido en una familia con fuertes personalidades, estaba acostumbrada a asumir el papel de pacificadora.
Alexis miro su lamborghini, todo parecía estar en su lugar, y luego miró a la chica. Su ropa era vulgar, barata. De mediCecilia estatura, era lo que su padre habría llamado una «chica sCecilia» y lo que sus delgadísimas amigas, que disfrutaban metiéndose unas con otras, habrían descrito como «gorda». Pero entonces recordó lo femeninas que le habían parecido sus curvas mientras estaba tumbado sobre ella y sintió un escalofrío de deseo.
-Hay que dar las gracias por...
-¡Teos mu! Explíqueme por qué debo agradecer algo justo ahora, bien podria recibir una denuncia en este momento -la interrumpió él, afuera las personas al fin empezaban a dispersarse-Estuve a punto de ir a la cárcel, estoy cansado y en medio de la calle con una extrañada que estuve a punto de atropellar.
-Pero estamos vivos. Ninguno de los dos ha resultado herido y no lo voy a denunciar -señaló Valeria con el ceño fruncido ante esto último, intentando disimular que su corazón estaba a punto de salir de su pecho.
Alexis dejó escapar un suspiro y se relajo, pero solo un poco.
Aun no se fiaba de no recibir su denuncia en cualquier momento
Alexis miro sobre su cabeza, efectivamente el semáforo estaba en luz verde, pero llevaba demasiado tiempo asi, frunció el ceño.
-Creo que esta defectuoso
-¿Eh? -Valeria miro sobre su cabeza, y tras unos minutos la luz se seguía manteniendo del mismo color -Creo que si lo esta.
-Lo reportare de inmediato, es un peligro para cualquiera -Dijo Alexis mientras sacaba su móvil del bolsillo.
Valeria lo observo hacer una llamada, su tono de voz duro y serio mientras hablaba con la persona al otro lado de la línea, ella permaneció inmóvil sin saber que hacer. Habia tenido un día fatal, estaba hambrienta, cansada y una migraña empezaba a formarse en su cabeza. Habia estado toda la mañCecilia pasando de entrevista a entrevista, en busca de un trabajo, el poco dinero que tenia ahorrado muy pronto se agotaría y no queria esperar al último momento para empezar a buscar, desgraciadamente no habia tenido suerte.
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