daban de un lado a otro con flores en el cabello y ramilletes en las manos. El p
in uniforme, en ropa casual. Podían verse co
ores exóticas en el centro del salón y mucho verde por doquier. Hojas de palma y
ue ya han confirmado los grupos de España y Holand
raba. Las favoritas se ocupaban de la mesa en forma de estrella de seis puntas. Apilaban
nsayo. La cantora principal entonó la primera estrofa y las demás la siguieron. E
servada. Las chicas coquetas y alborotadas se reprendían con solo un gesto. Las más ambiciosas, aspiraban cas
procuraban era que se solucionaran los problemas en silencio. Los correctivos se aplicaban de inmediato. D
o de Dios y los seres divinos. Los postulado
no todos profesaban la misma fe. Muchos se cansaron de la estrict
scretos y era probable que su mente no consiguiera sopor
n secreto. Nadie debía saberlo. Estaba obligada
ce por ella -grita
os todos! Solo que la mayoría miente
o de personas que se alejaban del fanatismo y elegían una vida norma
nan con el alquiler de habitaciones, venta de uniformes, maracas, fotos y souvenir espiritual. La comunidad
gado le buscó
stumbrados a esos fanáticos ¡Se creen muy cerca de Dios! No me ex
u testimonio. Cuando admitió habe
ó durante años, ¿qué se puede espe
a gente. A fin de cuentas, todos, de alguna u otra manera, fueron seguidores del Padrino. Y le habían dejado. Lo cual
en. No es solo fe, es su m
dos. Este gesto le caracterizaba desde niño. Los finos mechones s
los reflejos que le ocasionaba el ardiente sol. Un nuevo estilo. Con
nuevo uno de los mechones. Y se quedó observando
ntró en escuchar lo que hablaban. No le fue difícil, porque casi grita
generaciones. Revisó y corrigió cientos de cuadernillos de himnos y fue seguidora del mismo fundador del pu
o, sin piedad. Para asignar su casa a un
me pagan? -d
mar nota en un viejo cuaderno,
a, muy conocida en las iglesias, va a co
nas tomaban partido a favor o en contr
que una de ellas notó su presencia. Se si
sonriendo-. ¡No queremos curiosos
ry, con una seductora sonrisa-. No es amable de tu parte. ¿
o estar aquí. Creo que de eso hab
allero! -Negó, con én
yo soy Herbert, a sus órdenes!
e. Fue el primero que se le ocurrió a
, encantada
es mío!, her
ita? No te vi
uedarme un tie
entre risas nerviosas siguieron charlando. En u
más, solo eso. Cada comentario que escucho me hace d
uerido. Llenos de errores y dispuestos
as las religiones, ¡me
ción. Algo que ni el mismo líder puede lograr. Es el juego del
de la vida eterna! Ja, ja ¡La
xclamó él, asintiendo con la cabez
esde el primer momento. La misma felicidad que exp