dijo nada, yo tampoco sentí que tuviese que decir palabra alguna en
inerte y absoluto, no parecía haber una noción d
familiar, amigo, conocido e incluso interés amoroso que has tenido ¿Para qué volver? - continuó su interrogatorio con voz r
ya conocida, era la mujer que vigilaba desde e
esencia sobrepasaba a Ersair, sentí que el lugar se desvaneci
se veía una luz, una intensa luz que cambiaba de blanco a varios colores más, como el reflejo del televisor cuando lo dejas p
e misantropía y sexo, el día que desperdicie a una buena mujer y la cambie por cuanta incauta cayera en mis redes solo para complacer el momentáneo gusto de la carne lujuriosa, nunca se lo admití a nadie, ni siquiera a Raike pero muchas noches me desperté preguntándome si mi vida pudo ser diferente de no haberle fallado... Tiempo después conoció a una gran persona, aunque la extrañaba, fui consciente que la persona que había llegado a su vida era lo que ella necesitaba, estaba tan feliz con él que lo mejor que pude haber hecho fue no interceder, ella era feliz, con eso era más que suficiente para mí, pero, no es algo que se me antoje recordar, aunque aquí no es que precisamente viniera a hacer lo que yo quisiera y eso lo recordé justo en ese instante, empecé a verla a ella
anidad- indicó la anciana, mi guardiana, con esa voz de los años, esa voz que te invita a la calma y suena ta
o la nieve en el más cruel de los inviernos, sus ojos de color café abiertos de par en par, consoladores y expectantes estaba bien "protegidos" por unas ga
ogada por el llanto mientras las lágrimas seguían saliendo
a cazarte- continuo mientras caminaba para ubicarse justo frente a mí –no puedo permitir que salgas de aquí sin haber superado todo esto, eres más importante de lo que crees y te nec
emboscada y así poder estar cerca de todas las posibles salidas de aquel lugar sin salir herido o asaltado, vestía elegantemente con pantalón de paño, una camisa con corbata y un buzo de cuello en V que me hacía ver mucho más maduro de lo que soy, ella llegaba a lo lejos, en ese entonces su cabello era de tono castaño rojizo, estaba recogido en
grite como loco que no entrara, que diera la vuelta y se marchara, que jamás la volviese a contactar, que solo la lastimaría, le haría tanto mal que ese mismo sentimiento oscuro me afectaría a mí, pero, el viejo yo no me podía oír mientras gritaba, caí de rodillas sin que e
adiante contoneando las caderas, ella caminó en mi dirección (la del yo presente) y me atravesó como quien atraviesa una cortina de humo sin ser medianamente conscie
d y llegaran a mis estúpidos oídos y así evitarme el mayor sufrimiento que pude sentir –no entres, te lo suplico- susurre ya quedándome sin f
podía oír lo que pensaba, casi como si ella misma lo pensase, pero no era dominante o invasivo solo me susurraba con dulzura que no podía cambiar el
á en formas inimaginables- agregó con tono empático –pero... Una vez que terminemos, no habrá nada ni nadie que sea capaz de herirte-
ncé a cuestionarme el porqué de la repetición de mis recuerdos con ella, de repente Raike misma estaba allí parada justo a mi lado, empezó a mirarme de pies a cabeza, era obvio que
; como si estuviese impresionada de mis act
ntido y yo no paraba de agradecer por la mujer que estaba a mi lado, quise decir unas palabras, pero me contuve y las aferre a mí con toda la fuerza que mi humani
rrepentimiento- indico mientra
abía pertenecido a mi abuelo. Un escritorio en forma de -L- color café oscuro donde yo apoyaba mis libros, mis revistas y cualquier cosa que considerase que alguien podría llegar a admirar estaban allí, una persiana verde se encargaba de ocultar la habitación a las personas en el exterior a
e, si antes en su forma humana se parec
aba me lastimaba aún más que todo lo que ya había experimentado, mi ser racional era consciente que no era ella, que se trata
ejecutar algún movimiento o decir algo. -no tienes empleo, no tienes amigos, estás solo
hacerme más débil de voluntad, como hizo lo mismo en mi madre y Raike, las
que aún
lla
a por los besos
lla
e era lo mejor que te h
álla
xo con la mujer que más has a
ÁLLA
orosa cuando no usaba mi nombre, por el contrario, decidía utilizar sinónimos tiernos o algunos apodos, sentí que el amor renacía, sentí ese calor en mi pecho, no quería que eso pa
a, una donde los dos sean felices por siempre mientras yo hago un uso debido de este cuerpo ¿Te parece? - agregó con
escapé? - le repliqué por fin s
revivir en nuestro mundo sin un cuerpo que la contenga; podía sentir la frustración emanando de ella, esa frustrada ira causada por la impotencia de no obtener lo que s
respondió desvaneciendo en el aire d
te familiar detrás de mí que me preguntaba si estaba listo, esperando lo peor decidí confrontar lo que mis oídos ya me tenían alerta, no podré encontrar palabras acordes al
da perversa, una sonrisa a medio labio pícara, descarada, vestía totalme