estos, mi determinación a convertirme en un soldado se dio más por mi vanidad que por el deseo de servir a otros, durante mi adolescencia siempre creí que era invulnerable y nada podía vencerme, bajo
es a la par de civiles habían resultado muertos por una explosión de un ducto de petróleo, a la fecha ninguna patria había tomado responsabilidad p
lgunas misiones de entrenamiento sugerí movimientos a la persona al mando, sugerencias que fueron siempre recibidas y siempre efectivas, dichos consejos llegaron a altas esferas y se me llego a tener en cuenta para misiones más riesgosas, en algunas de ellas incluso l
ina voz de Ersair trataba de conve
de qué
tu mente- su risa y su tono de voz repugnante com
las hice por mi nación, por defender a mi gente y eso no era malo, esa no era una razón para sentirme mal, no debía estar en los despojos de mi consciencia, pero, era más que obvio que si
ar este día, mi observador de siempre no estaba presente para dicha misión, tenía permiso para visitar a su novia quien acababa de dar a luz, un novato era el designado para la misión, no era algo relevante por lo tanto no se requería que alguien de grandes destrezas o conocimientos me
rontera, llegar al alojamiento del gene
y armamento; yo llevaba como siempre mi confiable rifle Trebart N218, una monstruosidad que disparaba balas calibre cincuenta, solo dos francotiradores en toda
cía el dedal; eso nos privaba de apegos y haría más fácil el dejar al otro en caso tal de que las cosas salieran mal, un riesgo muy común en esta profesión, riesgo que nunca estuve seguro que el imbécil de reemplazo entendiera por completo, e
quiera cuando deje esta vida- la melo
el que habla del amor que lo
lado de usted, e
eron que no soy b
muchas cos
que ning
ntiendo porque solo los
e va a callar el r
itivam
rfe
orden de suicidarnos, recuerdo bien, en más de una ocasión tuve desde la distancia que darle fin a la vida de más de uno de los hombres con los que en algún momento compartí, la sensación de acabar con la vida de alguien que luchó a tu lado solo por proteger los secretos de tu gobierno, mismo que en cierta medida le habían sido conferidos en entrenamiento a ese hombre
n algún momento te acostumbras a esa esencia a mugre y en ocasiones de muerte, por aquellos a tu lado o los que eliminas del bando contrario, nunca te mencionan como pierdes parte de tu humanidad con cada mórbido suceso del que eres presente, nadie te dice el maltrato psicológico y físico al que te expones, ya sea por presiones internas o ex
s mil quinientos metros entre nosotros y el objetivo, ya habíamos planeado nuestras posibles
or es quien indica la distancia entre el rifle y el objetivo, esto te ayuda a determinar el tiempo que tomará la bala en alcanzar su objetivo, la presión barométrica, si el efecto Coriolis, que es la fuerza producida por la rotación de la tierra en el espacio, que tiende a desviar la trayectoria
ligaron a llegar a este punto, reunir elementos que nos permiten camuflarnos con el entorno y esperar, es decir, nosotros estamos aquí desde que había aún luz natural de día, esperando, soportando la incomodidad, el hambre, la necesid
que había entre una estatua de algún héroe de la nación y una edificación vecina, por allí debía entrar el proyectil y asesinar a nuestro objetivo, según lo que habíamos observado, la ventana que lográbamos ver era de un estudio, probablemente la oficina del general
pudieron bajarse del automotor y... En un momento, empiezo a recordar las palabras de Ersair - ¡Recuerda lo que hiciste! –, no, ya lo recuerdo, debí tener terapia luego de lo que pasó esa noche, pero, decidí no tenerla, decidí sepultar ese recuerdo de aquella noche en lo más profundo de mi subconsciente, pero, aq
rente al recuerdo que estaba presenciando –por favor, no q
a cada noche y esa no podía ser la excepción, tomé dos pastillas de diazepam, eso ayudaba a relajar los nervios naturales del cuerpo, hice los acostumbrados ejercicios de respiración y ubiqué mi ojo izquierdo en la mira del rifle, para
ndos de vida lo pasaría cómodo en esa maldita silla, casi que de inmediato el general apareció, era un hombre de poco más de cincuenta años, cabello canoso y un estúpido mostacho que se resistía a abandonar su color negro natural, tenía un cigarrillo en la boca, pero, lo había apagado casi que de inmediato, sostenía un vaso de cristal con un líquido color caramelo, whisky seguramente, por fin se había sentado en la maldita silla de cuero, se aflojo la corbata y respiro profundamente, su actitud relajada me indico que era el momento de jalar el gatillo, ese momento es siempre igual, como si se detuviera el tiempo, respiras profundamente y luego dejas salir todo el contenido de tus pulmones, en ese momento dejas de respi
ador y yo seguimos cont
ego de lo que está ocurriendo, el sudor hace q
cómo los insectos
ansiedad y violenci
sus brazos como si esperar
eta femenina la que
igilan ignorantes de lo qu
en el regazo del general,
o que no es común en la anatomí
o por muchas normas y estatutos
la potencia del disparo y el calibre de la bala
ateral de mis acciones y mucho menos me esperaba que esta mujer estuviese embarazada, lo siguiente que pude ver fue el pasillo de mi consciencia, la puerta tras de mí, la misma por la cual había ingresado ya no existía, ella estab
o? - pregunté siendo consciente que
neces
que incluso queriendo hace
quien eligi
, mi guía es quien había escogido eso, le reclame gritando porque lo había hecho, según lo que ella explicó sin perder la calma, esto era necesario, debía entender que existían mom
cesaria, son momentos pedagógicos- indicó ella, su
dagógico en la muerte
el orden si nunca has experimentado cada uno? - la pregunta era válida, au
que fui yo quien hizo el disparo, pero, muchos sabían que había sido yo, no con certeza, pero, no era difícil asumir quien había tenido la destreza para conse