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uitecto estrella Damián Sharpe. Entregué mi vida a su carrera, sacrifiqué m
ria, Katia. Le estaba mostrando mi diseño, el que él llamó
ella, y luego me despidió públicamente como una simple "asistente de dibujo"
nveniente que usó para construir su imperio
, cada plano, cada rastro de mi trabajo de su vida. Luego bloqueé su número y
ítu
no terminaron con una explosión, sino con su cruel i
a su carrera, a nosotros, sacrificando mis propias ambiciones para ser su socia, su prometida. Se suponía que nos íbamos a casar. Las invitaciones de bo
clado, un simple formulario esperando mi confirmación. Una solicitud de traslado. Tijuana. Era un proyecto de revitalización comunitaria desafiante y con fond
a puerta, con el ceño fruncido por la preocupación-. Vi que llegó tu solicitud de
la garganta. Tragué
Solo necesito un cambio d
Forcé una sonrisa que se sinti
cía con
shock, incluso. Ustedes dos son in
, teñida de una
ra a la que me aferré, incluso mientras me arrancaba pedazos de quien era. La verdad era que yo no era inse
na cancelados. Diez años de poner sus necesidades, sus plazos, su visión antes que la mía. Yo diseñaba los conceptos iniciales que él esbozaba, refinaba los modelos que él consideraba toscos, encontraba las sol
que delegaba en mi juicio los detalles menores, confiado en que yo me habría encargado. La forma en que ocasionalmente posaba una mano distraída en
onstruida. Un arreglo conveniente. Y Katia Flores, la nueva b
nto y conexiones. Entró como una ráfaga, una salpicadura de color vibrante en nuestro mundo usualmente monocromático, y sin esfuerzo rompió los límites persona
or blanco reflejándose en el equipo estéril. Mi brazo estaba fuertemente vendado, mi cabeza palpitaba. Había resultado gravemente herida protegiendo sus diseños de esp
jos desenfocados con una mezcla
z inusualmente suav
mi sacrificio, no como un acto de amor, sino como una deuda que necesitaba pagar. Y yo, malherida y rota, todavía aferrándome a la esperanza de que
ces lle
e realmente la escuchaba, no solo la oía. Nunca había hecho eso conmigo. No de verdad. Oía mis consejos, mis ideas, mis pre
de su "perspectiva fresca", sus "ideas poco convencionales". Nunca había elogiado mis ideas con tanto entusiasmo, incluso cuando formaban la columna vertebral de sus pr
dad. Estaba terminando una presentación para Damián, la del nuevo desarrollo frente al mar. Escuché su voz, más suave de lo que nunca la h
ojos. Tenía el brazo casualmente sobre los hombros de ella, su pulgar acariciando suavemente su brazo. Le estaba mostra
ena de orgullo-. Tiene un verdadero don
ón. El estómago se me hu
voción, se derrumbó en un instante. No era solo el crédito por el diseño. Era la forma en que la miraba. La
na. Una nueva vida. Un nuevo comienzo. Un escape. Presioné '
mi teléfono vibró.
ó el vuelo. ¿Pue
ompartíamos. No nuestro. Nunca verdaderamente nuestro. Mi pulgar flotó sobre el teclado. Mis dedos, acostu
No pu
alla se sintió como el comienzo de un terremoto. El prime

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