Al
ético interrumpió la pesadilla. La puerta se abrió de golpe. Era la enf
ertos de horror al contemplar la escena: Leo arrugado en el suel
eo, arrodillán
uego miró a Carlos, su voz c
ongelado. Su mano, todavía
deé, incorporándome a pesar del dolor pun
enfermera Eva s
pequeño y arrugado trozo de papel-. Estaba metido debajo
osa. Retrocedió, luego, lenta y vacilantemente, lo tom
la se aflojó. Su mano, que acababa de g
una horrible comprensión
sirenas sonó, e
observando desde
¿Otro de los trucos
evantó suavemente a Leo en sus brazos. Miró el rostro magullado de Leo, su brazo hinchado, el ter
abrazó con fuerza, meciéndolo suavemente. Leo gimió, su
er su reacción, sacó r
a para Leo, inmediatamente. -Luego dirigió una mirada fulminante a Gisel
eó, sentánd
¡No estoy bien! ¡Carlos, m
ierta. Miró a Giselle, la miró de verdad, y la fachada se desmoronó. La muñec
te esto. Mentiste. Me manipulaste. -Dio un pas
te aturdida por su int
hablando! ¡Mi cabeza! ¡Me duele! -Comenzó su
en la habitación-. ¡Fuera! ¡Fuera de mi v
or la enfermera Eva. Una de ellas, una mujer
ado resistencia. Necesita recoger sus perte
luego a mí, un destello de veneno puro e inalterado. Sabía
uir a las enfermeras mientras se preparaban
e di un golpe salvaje, mi mano co
epresalias. Solo me miró, sus ojos lleno
nto mucho. No lo vi
, Giselle, viendo su
con la tuya? ¡Pagarás por esto! -Se ab
conectando con su cara antes de que pudiera tocarme.
rlos, su voz tensa-. ¡Aléjenl
stro magullado por mi gol
Te juro por Dios que la haré pagar por todo. Haré que
l divorcio, firmados y presentados apenas unas horas ante
Carlos -dije, mi voz
or drenándose de su
qué quier
rantiza la custodia total. Renunciaste a cualquier derecho
la boca, pero no salió ningún sonid
, mi corazón un
ste a ella. Elegiste tu dolor. Elegiste tu
aban a Leo en una camilla. Carlos intentó d
a la madre de su hijo ni a su hijo en
ando a Leo, su voz ronca de desespe
hecho todos los arreglos. Una ambulancia privada
ión privada de Leo fue mi teléfono. Una docena de llamadas per
que podríamos haber tenido. Por el niño que una vez había mira
ndo en su arrepentimiento. Merecí

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