Al
me cegaba. Mi cabeza palpitaba. Estaba en una camilla
i voz áspera-.
édico en voz baja-. Están al final del pa
adre. El hombre que había
su rostro pálido y demacrado
cía. -Su voz era
ndome. Una ola de mareo me in
palabras, a
ena, Alia? ¿Arrastrar a nuestra
apando de mis labios-. Ya no hay "nuestra familia
se endu
ás exagerando. Giselle e
ente cuando inten
a un gruñido-. Se acabó,
suspendida en el aire. Su
o? Alia, ¿ha
io. Se acabó. Me ll
pero con un brillo inquietante en los ojos, entró flotando
horrible por todo esto. Mi cabeza... simplemente me duele terribleme
Su actuación
veneno-. Casi le rompes el brazo a mi hijo. Lo met
ojos se abrieron
dijo que mi amnesia empeora cuando estoy estresada. Tú solo... estás empe
rodeándola con un brazo. Me fulminó con la
arlos. Sus ojos, generalmente tan suaves y perdidos, eran penetran
ue ha atormentado sistemáticamente a mi hijo y a mí desde que regresó a nuestras vidas. No la mujer
ió, su cuer
niño tan fuerte y valiente. Leo... bueno, él es tan sensible, ¿no? Se asusta tan fácilmente. -Sus pa
oz ahora un susurro agudo-, eres una madre terrible
ngre
nes derecho a hablar de mi
e agarró la cabeza, s
! -Se tambaleó, colapsando
odo protector total. Me empujó,
de espaldas a mí-. ¡Alia, mira lo que has hech
, un nuevo dolor abrasador se
. ¡Es un monstruo manipulador, Carlos! ¡Y tú estás demasiad
sus ojos
ti, que pareces prosperar en el drama. ¡Tú estás causando todo esto! ¡La e
le, ¡sí! Pero es amable. Es cariñoso. ¡Es nuestro hijo, Carlos! ¡No un r
tro se
a recorriéndome con desdén-. Lo estás malcriando. Lo estás haciendo débil. Y si crees que me lo vas a quitar, estás muy equivocada.
latido en mi codo. Me sentí débil. Pero en medio
rlos, soltó otro suave gemid
arlos. Siento que
la levantó en brazos, i
a a tu habitación, mi amor
unfantes, se encontraron con los míos. Un destello de cruel satisfacció
amenazarme. Cree que tiene todo el poder. Cree que sigo siendo la mujer inge
ocado. Muy
encia y éxito, estaba a punto de aprender una lección muy dura sobre su
cuidadosamente negociado por mi astuto pero silencioso abogado de la Ciudad de México, cláusulas que aseguraban la custodia total de cualquier hijo nacido de nosotros, junto c
lo que necesitaba. Y lucharía p
él ni siquiera

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