a So
vida. Mi visión se redujo a un túnel, los bordes de mi vista se difuminaban en una oscuridad vertiginosa. Me debatía, mis débiles intento
nsistente atravesó el silencio sofocante. El teléfono de Javier. Dudó, su a
acar el teléfono de su bolsillo con la mano libre. Miró la pantalla, y su rostro, ya contorsi
ás para sí mismo que para mí,
rregulares de aire bendito. Tenía la garganta en carne viva, ardiendo. Caí
erminado, Sofía. Esto no ha terminado". Se dio la vuelta y corrió hacia su camioneta, cerrando la puerta de un portazo. Los neumáticos chirriaron
ada del hospital, alertada por mi chofer que había visto las acciones agresivas de Javier. S
rriendo por mi rostro, no de dolor, sino de la pura y aterradora finalidad de su partida. Casi
ta amoratada y sensible, lo que dificultaba tragar. Mi brazo, donde Javier había tallado deliberadamente su rabia, era un desastre de cortes superficial
por muerta, después de recibir una llamada sobre Brenda. "Estaba tan frenético por esa otra c
s susurros de esperanza de reconciliación, murieron. No quedaba nada más que u
pués, con el rostro sombrío. Echó un vistazo a mi cuell
temente suave, "creo que ahora tenemos pr
do Ramírez. Absolutamente todo. El divorc
El acuerdo postnupcial ha sido activado. Todos los bienes del señor Morales -su cadena hotelera, su cartera d
se trataba del dinero. Se trataba de justicia. De poder. De
acta de divorcio original.
édico, su testimonio y al chofer como testigo. Estamos presentando cargos por a
pesar del dolor. "Sin acuerdos de culpabilidad. Sin arreglos extrajud
tó, su mirada buscando la mía. "Habrá a
rada sin vacilar. "Él lo convirtió en u
pero mantuve la cabeza en alto. Relaté el violento asalto de Javier, los detalles fluyendo de mí, fríos y pr
obra de arte, cada mueble, cada recuerdo en este lugar, estaba manchado por él. Empaqué una sola maleta, solo lo e
abía soñado vivir, una ciudad de arte, belleza y nuevos comienzos. No m
la aplicación de Tesla. La aplicación que había usado para escuchar cómo mi mundo se desmoronaba. Con un clic decisivo, partí la tarjeta SIM por
fría promesa susurrada al vasto vacío entre continentes. Me había traicionado, me había manipulado, me había dañado físicamente. Me lo había
o azul infinito, una sensación de triunfo silencioso se apoderó de mí. Las cicatrices se desvanecerían, pero la lección pe

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