a So
ado de nuestra habitación, el que Javier había diseñado meticulosamente. Cada dorado, cada fresco, ahora se sentía como una jaula dorada. Me
vier, demasiado suave, demasiado íntima. Era un sonido que una vez me había calmado, pero a
da, mis movimientos rígidos y deliberados. Mi reflejo en el espejo mostraba a una extraña: pálida
ras. El murmullo bajo de Javier, los tonos suaves y melódicos de Brenda, puntuados por su deli
Brenda estaba posada en el reposabrazos, su mano descansando ligeramente sobre el hombro de él. Sus ojos, grandes e inocentes, se enco
voz era un gruñido bajo, apenas r
puso de pie, su expresión una mezcla de irritación y algo p
os. "Señora Morales, lo siento muchísimo. Sé que no debería estar aquí. Solo... no pude dormir, pensando en lo que pasó a
labios. "¿Tu disculpa es estar aquí? ¿En mi casa? ¿Después de pasar la mitad de
Sus ojos estaban muy abiertos, llenos de un s
. Me miró, un destello de miedo en sus ojo
, mi voz temblando de rabia cont
er, acercándose a mí, con la man
pero y sin humor. "¿Quieres que me calme?
ó a Javier, aferrándose a su brazo. "J
no reconfortante sobre la de ella. "Brenda, tal vez se
ágrimas. "Pero... no quiero dejarte so
e sus palabras. No solo estaba aquí; estaba reclamando su lugar. Lo estaba manipu
a. "¡Maldita zorra manipuladora!". Mi mano conectó con su mejilla, u
ando de su cabello, una tormenta de furia consumiéndome. Escuché el gri
haciendo?!", rugió, su voz ll
blando de pura rabia sin adulterar. "
ujón violento y deliberado. Mis pies resbalaron en el mármol pulido. Caí hacia atrás, un crujido
z blanca. Un dolor abrasa
épticos. Estaba en una cama de hospital. Me palpitaba la cabeza, un dolor sor
ces susurr
sabes cómo se pone Sofía". Era la v
uya, ¿cómo se llamaba? ¿Brenda? ¡Ella fue la que se desmayó!". Elena Moral
enfermera se apresuró. "Señora Morales, por favor
tá Javier?", susurr
bién con una ira latente. Apretó mi mano, su agarre sorprendentemente cálido. "Está... atendiend
conmoción en el pasillo. Un grit
tragó un frasco entero!". La voz de
os. El teatro nunca termina con esa". Apretó mi mano
iquiera me miró. Sus ojos estaban desorbitados, buscando a su madre. "¡
a correr hacia ella, verdad, Javier? ¿Dejando a
Es muy frágil!". Salió corriendo de la h
hacia mí, su fachada usualmente impenetrable resquebrajándos
ra vez. Por ella. El recuerdo de su empujón, el crujido de mi cabeza contra el már
ificó en mi corazón. Esto era todo.
os papeles finales del divorcio. Y dile... que se asegure de que se haga
llo de sorpresa, luego un lento y aprobador asentimie

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