a Mont
los bordes de mis sentidos se desvanecían. Pero entonces, un sabor metálico y agudo llenó mi boca. Una mano me tapó bruscamente la nariz y la boca, for
la cabeza me palpitaba. Parpadeé, tratando de enfocar las figuras borrosas que se cernían sobre mí. Sol
mable cuyos ojos reflejaban un cansan
uave pero firme-. ¿Otra
, sus dedos suav
ue hacerte un lavado de estómago. Tuvis
ero mi mente se sentí
palabras arañando mi garganta en
or un momento, su
otamiento que reconocí en mí misma-. Pero no puedes seguir haciendo esto. La vida
s lo estaban. Esta era la cuarta v
a de la Ciudad de México burlándose de mi desesperación. Me culpé a mí misma entonces, por su "encarcelamiento", por la "ruina" de
corté las muñecas, viendo cómo el carmesí florecía en mi piel pálida. Pero entonces imaginé al casero encontrando mi cuerpo, el aviso de desalo
mi dirección filtrada en internet. Tragando un puñado de somníferos, esperaba un escape permanente. Pero el univers
minó su examen, su
no recibas más recetas de sedantes, Valeria.
a un susu
un hombre que se parece a mí? Mi hermano.
una sonrisa triste a
Lo siento. -Hizo una pausa-. Fue una joven q
cuerpo. No. Esta vez, no dejaría que ganaran. Me arranqué el suero del brazo,
mí. Se dio la vuelta y un pavor helado se enroscó en mi estómago. Era Kenia. Sus ojos, usualmente ta
, su voz lo suficientemente baja para que solo yo la escuchara-. Típi
ana, desprovi
do te convertiste
or una fracción de segundo, un deste
sabes, para asegurarse de que no hagas ninguna estupidez. -Su sonrisa
ones resonando en el piso pulido. L
cuentas del hospital se están acumulando y es bastante
asando por la estación de enfermeras, por las miradas de lástima, y hacia la calle. El aire cort
ura roja en aerosol en la pared, la palabra "PUTA" que me había atormentado durante semanas, hab
desaparecido. Los muebles volcados estaban en su lugar. Pero entonces, mis ojos se posaron en la ventana. Detrás de la cortina andrajosa, brillaba el lente diminuto, c
o para ayudarme, sino para borrar la prueba de su monstruos
ía sus cenizas, habían desaparecido. La foto enmarcada y rota de mis padres y Adrián, una reliquia de una vida ahora muerta, no estaba po
o, volvió de golpe. Era un desastre patético, tirada en el frío suelo de bald
que dejara un rastro para que Adrián lo encontrara. Quer
Me dejé caer al suelo, mis piernas cediendo. Las baldosas frías presionaban contra mi piel, reflej

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