/0/21668/coverbig.jpg?v=6007b64c5b60883c751d66bd916e59bf)
e, solo era una hija discreta lista para ser vendida en matrimonio. Mi único es
a llamaba "Mi Pequeña Flor", mientras que yo solo
sobre nosotros. Sin dudarlo, Rodolfo empujó a Fernanda
. Mi última visión fue
yo era fuerte y podía cuidarme sola. Esa fr
princesa ingenua
cio, sino como el primer paso de mi venganza. Ahora, yo sería la R
ítu
ena
bía aceptado ser vendida en matrimonio, y el hombre que me llamaba su "Reina", a
discreta y elegante de Horacio Amaya, un magnate. La que
peraciones exitosas de la familia. La que cerraba t
upo Badia. Calculador, estoico. La i
e atrevía a confirmar. Nos veíamos en los rincones
a". Un susurro, un título
n que creía genuina. Porque en ese
so sonaba hueco cuando el futuro
zarme un matrimonio. Un matrimonio arreglado con Jaime Mena, el
gica, como él lo ll
, la pieza de ajedrez v
nica razón por la qu
vestía. Cada botón abrochado de su camisa blanca era u
cargado con el olor a sándalo de su colonia
ébil de lo que pretendía. Un hi
s, inescrutables como siemp
té, mi corazón se encogía
tándose la corbata. "Asuntos d
ez sí. La prioridad s
ero con el peso de la autoridad que siempre ejercía
Como si fuera una posesió
ente disipó mis protestas. Un beso
cerró con un suave zumbi
, el eco de su "Reina" aún en mis
a una niña. Nunca lo había
noche. Mis dedos temblaban leve
irme de lo que me sentía. "Acept
estallido de alegría. "¡Ximena! ¡Mi
. ¿Entrar en razón? Había
hielo. "Quiero mi independencia total. Y una parte justa de la
. Corté la llamada. El
léfono de Rodolfo sobre la mesi
ción. Una notific
vuelco. No debería
eran voluntad propia, lo tom
do. Pero el nombre de contacto lo
el mensaje. Corto. Du
la princesa? Te espero
cesa." Así me llamaba a mí en públ
dríguez. La hija de un político influyen
z que su mirada se volvía distante cuando yo hablaba de mis sentimi
deshacerse de "la princes
en mi pecho. No era dolor.
stido negro de seda se deslizó sobre mi cuerpo. Mis t
ubiera dicho que me qued
trar a Fernanda. Ella siempre frecuentaba el mismo resta
n perro fiel, sie
calle lateral, lo suficiente
el restaurante. La fachada de
nándose para susurrarle algo al oído. Ella reía, una
un puñetazo. No había frialdad en su
algo más, algo q
no parecía desapare
a, me lo presentó hace cinco años. Yo tenía diecinueve a
derecho, con una mirada tan penetrant
ba a mí. "Te confío a Ximena. Es brillante, pero le falta...
o si fuera un paquete qu
e molestia en sus ojos. Yo er
ea de ser "disciplinada". Así
, deliberadamente hice preguntas ingenuas,
. "Ximena, si vas a estar aquí, al menos haz el
una extraña satisfacción. Había
mis "provocaciones", me sentía frustrada. Él
suave, pero suficiente par
o. Solo quería que me
e sus ojos se derritió. Sus manos se aferraron a
llamó "Reina". Un susur
urante el día, yo era la "princesa" molesta y él el mentor exasperado.
ra solo una fachada. Que yo era la ú
umpleaños
en mi apartamento. Una n
nca l
on con fotos de Rodolfo y Fernanda en un evento de gala. De la
smoronó. La fu
uebles. Las lágrimas corrían por mi rostro, per
calma personificada. Vio el cao
on esa mirada fría y distant
guntó, su voz desp
supe. Él no me amaba.
posesiones. Una piez
inocencia de una niña se hab
ar, la cabeza en alto, el c
aban en la sala. Horacio, c
padre, como si regresa
monótona. "He vuelto
"Excelente. Un
a fija en la suya. "No soy tu 'niña'. Y mi aceptación
desvaneció.
tinué, la voz baja pero cortante como un cuchillo. "De
menciones a tu madre. Ella n
Tu traición. Tu abandono. Su muerte, padre. Todo por tu ambici
los puños. "¡Es
ido en acero. "Estoy siendo honesta. Algo que tú nunca fuiste.
erna librándose en su rostr
bició
uñó, la derr
"No subestimes a Jaime Mena. Esta alia
ón, el frío de su acept
grimas de rabia, de dolor, de una soled
o. La Ximena que había creído en s
apenas se asomaba cuando
e la mansión, de pie junto a mi padre y
salto. ¿Qué hacía

GOOGLE PLAY