vista d
se habían secado, dejando una sensación tirante y punzante alrededor de mis ojos. El último mensaje de Emiliano, sus patéticos intentos de e
que mi puerta siempre está abierta. Pero esta vez, vuelves bajo mis términos. No más perseguir quimeras». No
ligente, de buena familia. Te admiraba en la universidad». Lo había descartado como aburrido, demasiado predecible. Mi corazón se habí
o, sonaba como un santuario. Necesitaba tierra fi
alquier cosa. Solo... sácame de aquí». La admisión de mi audición recién restaurada fue recibida con un silencio atónito, lue
ndureció, una barra de acero reemplazando el frágil cristal de mi yo pasado. Había tirado a la
miró por el espejo retrovisor. «¿Está bien,
ose en mis ojos. La vieja Adell, la que vivía para Emiliano, se había ido. Enterrada bajo el peso de s
e Emiliano, sus palabras resonando en mi oído ahora perfectamente funcional, alimentaba una ira fría que eclipsaba
esperando en Toluca. Mi chofer te encontrará en el AIC
puesta, una sol
chos, los éxitos vertiginosos. Y luego, la erosión lenta e insidiosa de mi autoestima, la creciente di
ock, sino en el ritmo silencioso y constante del respeto propio y el amor genuino. Simplement
o punto de luz en un mundo vasto e indiferente. Emiliano y Keisha, su sórdido romance, sus palabras cr
nuevo. Algo real. Solo esperaba r
a mí misma, una oportunidad para reclamar a la Adell Boone que había enterrado bajo cap
o las nubes. El futuro era un lienz
vista de
ión frenética del desastre de anoche. El rostro de Adell, pálido y manchado de lágrimas, aparecía ante mis ojos. Su voz, tan silenciosa
nueva publicación sobre nosotros? ¡Todo el mundo está hablando de eso!», canturreó, sosteniendo su celular. Apenas registré sus palabra
piedra fría y pesada. Lo intenté desde un teléfono diferente, uno desechable que guarda
aplacaba a mi disquera cuando yo era difícil, suavizaba mi imagen pública. Era ella quien recordaba el cumpleaños de mi madre, quien se aseguraba de
que el anuncio de la boda sería una mina de oro de relaciones públicas, no una fusión nuclear! Las publicaciones de Ke
Es culpa de Adell! ¡Apareció e
sea la "culpa". El público ve a una estrella de rock engañando a
rincón guardaba un recuerdo de ella, una acusación silenciosa. El sillón gastado donde leía, la cocina que usaba con moderación pero que organizaba meticu
to, un marcado contraste con el sutil y elegante aroma de Adell. Recordé a Adell comprándomela, sus ojos brillando. «Para mi estrella de rock», habí
momento de debilidad. Ella era mi musa. Mi ángel. No podía perderla. No a
Mis dedos volaron por el diapasón, pero las notas eran discordantes, sin alegría. L
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