ella
como un torrente. Sus ojos, antes llenos de preocupación, aho
apariencias, intentaron calmarlo. "Mauricio, por favor
re ellos. Se acercó a mí. Su sombra m
ruñido. Una amenaza. "¿Acaso crees que puedes ju
resignación. "¿Jugar contigo? Mauricio, la única que jugó aquí fuis
¿qué estás diciendo? ¡No hables así de Mauricio!
n de daño? ¿Ustedes, que me vendieron como carne en un mercado? ¿Ustedes, que me obligaron a casarme con un
errados. Había un brillo peligroso en sus ojos. "¿Crees que
icio. Un hombre de verdad. No un cobarde que se esconde detrás de las fa
uso. La ira se transformó en una furia ciega. Me agarró d
la, Mauricio!" Grit
o del coche. Con violencia. Cerró la puerta. Se su
o, se bajó del coc
entir su aliento. Su rabia. "¿Crees que puedes hablarme así? ¿Cre
vez en mucho tiempo, sentí miedo. Pero no
erdad? ¿Te atreves a despreciar mi oferta? ¿O acaso eres tan pu
ia. Sus manos me sujetaron con fuerza. Era un bes
Cuando fingía amarme. Cuando me acariciaba con dulzura
a solo un ataque. Una
a un brillo de confusión en su mirada. ¿Se h
del cuello. Me besó de nuevo. Con más fuerza. Más viole
Me sentí atrapada. Asfixiada. Mi corazón l
mpió el silencio. Mauricio se detuvo. Me soltó. Su rost
rostro se volvió pálido. Contestó el tel
nca me había mostrado a mí. Mi corazón se en
tentó...?" La voz de Mauricio se quebró. Se puso de pie. A
eemplazada por un pánico y una preocupación que n
e, vi un destello de algo. ¿Arrepentimiento? ¿Culpa?
cia el hospital. Hacia Fel
Una soledad inmensa. Él había elegido.
Era el tipo de preocupación que yo siempre había an

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