o haciendo poco para descongelar el nudo frío de ansiedad en mi estómago. Cuando Leo
o con una inocencia que simultáneamente rompía y reparaba mi corazón-
eron. ¿Cuántas veces había visto ese brillo de esperanza atenuarse? ¿Cuántas veces habí
ibró en mi bolsillo. Un mensaje. Era Holden. Una sola líne
ra una emoción tonta y fugaz, un fantasma de la esperanza
a, un poco demasiado sin aliento. Lo abracé más fuerte
ostro abriéndose en
las puntas de sus pies, su emoción irrad
olden aceptaba venir a casa para el cumpleaños de Leo. Una pequeña v
y el aroma de la pizza casera favorita de Leo llenaba el aire. Horneé un pastel pequeño, lo cubrí con su glaseado azul favorito y dispuse sus regalos, cuidadosamente envueltos en papel de
a. Las seis. Las
uzón de voz. Intenté de nuevo. Y de nuevo. Cada tono resonaba con el crecie
e mi último intento fallido de contactar a Holden. Me miró, su la
o y golpeado, se agrietó un poco más. ¿Cómo podía explicarlo? ¿Cómo podía decirle que
olo a mis brazos. Su pequeño cue
emasiado ocupado. Él solo
Una necesari
uí. Y todavía podemos tener el mejor c
silencio diciendo mucho. Luego, despu
e mi gorro de c
puesto,
on superhéroes de dibujos animados. Mientras lo colocaba suavemente sobre su cabeza, la pantal
brillante, chocando copas de champaña con un hombre cuyo brazo estaba envuelto posesivamente alrededor de su cintura. Holden. Su
estaba su anillo de bodas. Mi anillo de bodas. El que siempre afirmaba que usaba, pero nunca l
en un exclusivo restaurante en la azotea, celebrando, indu
lugar, una calma helada se asentó sobre mi alma. Esto no era solo negligencia. Esto era un acto delibe
talla. Luego, con una certeza es

GOOGLE PLAY