sma n
w
o
siguen, sobreviven, sonríen como pueden. Viven el momento esperando -ilusos, como yo a veces- que el pasado
á el dilema, no es dar el paso. Lo verdaderamente difícil es lo que viene después. Lo que llega cuando el silencio te alcanza y ya no hay más adrenalina. Cuando te
el miedo. El miedo a lanzarte sin tener certezas, pero si
arle portazo a su recuerdo. Más bien, fui pasando los días sin complicaciones, si
e las lecciones: su muerte. Tal vez fue una forma de castigarme.
don para hacerme sentir cómodo. Y esos ojos... parecía que podían atravesar mi alma sin siquiera tocarme. Además, h
piel. Al punto de proponer ir a un hotel, pero su silencio me tiene confundido. No sé si me voy a ganar una bofetad
prendido de sus ojos, con los latidos disparados, esperand
reabren, y deja escapar su vo
í.
or un segundo, con el
al hotel? -pregunto, casi co
erde el labio y repite con un
suena
mán, y antes de que pueda arrepentirse, vuelvo a besarla. Esta v
ento d
a mía, incapaz de pronunciar una maldita palabra coherente. Solo podía mirarla de reojo, intentando procesar que eso estaba pasando. Y esa
. Las piernas me temblaban. Las manos... no sabía qué hacer con ellas. No sabía si meterlas en los bolsillos, tomarlas detrás de la espalda o aferrarme a ella. Y mien
n, ella cruza primero, cierro detrás d
bitación, y se gira apenas, sin decir nada.
valentía en los ojos, con el pelo suelto cayéndole por los hombros,
nombre como si fuera un
no hay vuelta atrás. Camino hacia ella, lent
egunto, a centíme
ando respirar. -
es suave, cálida. Inhalo el perf
migo, entonc
bios reconociéndose. Se aferra a mi cuello. Mis manos
urro, honesto-. Quier
a uno. Sin apuro. Yo me quedo quieto, mirándola como un idiota, hechizado. Cuando s
nidad. Con esa fuerza silenciosa que hace que no pueda apartar la vista. El
. Solo niego con la cabeza y sonrío, in
se muerde el labio,
res así..
sí
ra todo lo q
es -respondo
ud, arrodillándome frente a ella. Se sujeta de mi hombro mientras la ayudo a salir del todo. Mis l
, con una valen
do su mirada encima, y luego los jeans. Cuando
nto, contagia
seguro de sí mismo... no este adol
zos sin avisar y la dejo
nfieso, mientras me recuesto sobre ell
osotros. Me quedo unos segundos en silencio contemplándola.
... -declaro, con la voz ro
dedos descienden por sus muslos con lentitud, pero con hambre. Hambre de ella. Y entonce
s en su intimidad. Ella se arquea, dejando escapar gemidos entrecortados. El calor que emana su cuerpo me enloquece, el vai
entrecerrados y las mejillas encendidas, me baja el bóxer, liberando mi erección
un pres
segundo -respondo con voz ronc
illetera y saco el preservativo. Rompo el envoltorio con los dientes, sintiendo su mirada fija en
da húmeda, cálida, acogedora. Entonces entro en ella despacio, muy despacio, sintiéndola envolverme por completo. Ell
susurro con la voz rota, cl
su ritmo, su respiración. El roce de su piel contra la mía, el calor de su vientre
re entre suspiros, con los
cada embestida con más fuerza. Nuestras respiraciones se mezclan con la sinfonía
plica entre jadeos-
ntaran, como si su cuerpo me reclamara por completo. Su espalda se arquea, sus uñas se clavan en mi piel, y su
, me dejo ir. Una última arremetida y to
opando desbocados. La envuelvo con los brazos, temblando, y beso su cuel
n, mezclándose con el calor que aún flota entre las sábanas. Salgo de ella con cuidado y me re
a suspira y ro
rme...
spalda. Con los dedos dibujo una línea lenta desde su nuca hasta
r el día juntos. No hay apuro. A menos que... -hago una pausa, ladeand
n las piernas cruzadas. Su rostro muestra una mez
eguida, bajando la mirada mientras se mu
do, intentando descifrar lo q
olo el cuerpo. Como si algo dentro de m
endo que algo en mí también
ndo en voz baja, con una honestidad que me sorp
intentando leerla má
, bajando la voz aún más-.
pero lo peor es no poder descifrar la oscuridad d

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