img Ocho años de sus mentiras  /  Capítulo 4 | 40.00%
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Historia

Capítulo 4

Palabras:1021    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:53

ta de Ximena

ngo hambre". Pasé a su lado, la pequeña tablilla conmemo

reguntó Sergio, co

más detalles. "Tengo algo que hacer". Salí por

de matrimonio" enmarcada que Sergio me había dado años atrás. L

la examinó cuidadosamente. La sostuvo en alto, escudriñando las fec

to no es un documento legal. Es... una pieza decorativa. N

gal. Todos esos años. Todas esas promesas. Todo, una actuación. Sentí u

un dolor familiar. Ocho años. Ocho años de mi vida. Mi juventud, mis sueños, mi identidad.

a, no era nada. Una tonta. Una marioneta bailando con hilos movidos por un maestro manip

o silencioso y desesperado. "No. No, no puede ser". Anhelaba que dijera que er

puerta, Brenda estaba allí, de pie junto a la chimenea, habl

os. "Justo me iba. Sergio y yo solo estábamos hablando de la ca

ojos se clavaron en los de ella. "No

e sentía pesado en mi mano, una broma cruel. "Esto. Este pe

boca, luego la cerró. Empezó a tartamudear. "

Mi visión se estrechó. El aire se enrareció. No podía respirar.

en el mejor de los casos. Una amante, por defini

te. Está bien. Podemos arreglar esto. Lo que qui

ras? ¿Creía que podía vendar una herida abierta con promesas vacías

. Durante ocho años, había vivido una doble vida. Durante ocho años, yo había sido un acces

rse cerca de casa. No podía estar lejos de "su negocio", de sus "obligaciones

rgia mortal como excusa. Como un boleto. Para poder jugar a la casita c

eso fue hace años. Fue un error. Ella no s

a una delicada taza de té de porcelana, resbaló. La

da, su prioridad clara. "Brenda, ¿estás bien? ¿Te cortaste?". Se arr

bía incrustado en mi tobillo. Un dolor agudo y punzante. La sangre brotó, una

nda, luego a Sergio, y luego de vuelta a mí. "Brenda, ¿estás herida?"

ilia. Y yo era la extrañ

ando el dolor. Me di la vuelta y salí de la casa. Me alejé de la porcela

la canción que Sergio me había cantado el día de nuestra "boda". La tarareé suavement

elta, finalmente notando la sangre en el suelo. "¡Ximena!". Corrió hacia la puerta, abriéndola de golpe. Pero yo ya no estaba. So

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