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n a nuestro matrimonio mientras él estaba ocupado envi
y dentada que había sellado sentencias de muerte para la mitad de la Ciudad de Méxic
on la voz vacía
ómetro de distancia, pero que no podía ver que su esposa acababa de entregarle u
camisas. Salvé la alianza de su familia cua
trataba como si
cumpleaños para beber champaña en un yate con ella. Incluso me ofreció un vas
reemplazo. Un fantas
odas en la chimenea, dejé mi anillo de platino entr
libre. Pensé que había
bestimé
e dio cuenta de que había firmado la renuncia a su esp
arme, obsesionado con reclamar a la m
ítu
ista de El
n a nuestro matrimonio mientras él estaba ocupado envi
da que había sellado sentencias de muerte para la mitad del bajo mundo criminal de la Ciudad
a voz desprovista d
a un kilómetro de distancia, pero que no podía ver que su esposa acababa de entregar
etas en el cristal blindado. Mis manos estaban cruzadas en mi regazo, perfectamente quietas.
esorbitados por el horror y una especie d
a estaba teniendo una crisis por un tacón
taza de café c
mpiando la sangre de sus camisas. Salvaste la alianza de su familia cuando
sorbo de mi té. Sabía a cenizas-. Yo soy menos
uvo con precisión milimétrica en la acera. Los peatones se dispersar
e había tomado el control de la división de operaciones de La Familia a los veintidós años y la había convertido en un
aquí
omó m
el plan d
el departamento. El vuelo es en dos sem
abitación pareció disminuir. Dos soldados entraron primero, esc
nado hacia atrás, revelando un rostro que era hermoso de la misma manera que lo es una torme
o era un saludo
dí, levantándo
madre nos esp
ta y salió, esperando que yo
bre mí, pero Dante ya estaba dentro de la camioneta. Me deslicé en el asiento de cuero a su lado. El
fume d
n el auto era pesado, sofocante. Dante tec
nte, sin levantar la vista-. El contrato del pro
estrelló contr
-. Se está
ido, una baja vib
abos sueltos antes
ón y cuenta nueva. Yo le estaba dando el
era específico. Atravesó e
testó de
of
ana, contando la
e un frío comando a algo más suave, algo
díbula se tensó. La temperatur
ñó Dante al teléfono-. Si te tocó, pie
el cristal d
planes. Vay
en voz baja
ojos eran como el hielo,
lemas. Un vago de l
e, con la voz firme-. Ti
licara todo. Como si eso justificara aba
o era la finca. Era una esquina
regreso -ordenó Dante-. N
que lo había dejado en el altar, la mujer cuy
a lluvia caía con
e con un pie en el pavime
ente, con la me
lena. Me
urarme de que lo
cando agua sucia en mis zapatos. Me quedé allí por un momento, viendo desaparecer las luces traseras, dá

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