/0/20488/coverbig.jpg?v=f9a45cb2b848521be55ec4be01c4a2fe)
truí un imperio, me estaba obligando a arrodillarme sobre chíc
a llamada Kassandra, que se había mudado a nuestra casa y le h
lo por su pasatiempo de construir casitas para pájaros, y luego usó
ada a mi suerte en el camino de un
me destrozaran, me di cuenta de que el hombre qu
había olvidado: el acuerdo prenupcial blindado que me daba una participación mayoritaria en su empresa multi
ítu
Palaci
un imperio, me estaba obligando a arrodillarme sobre una bolsa de
Fernando, su voz un murm
a impecable cocina blanca de nuestra mansión en San Pedro Garza García. Parecía un
él. No el
la Sierra Madre Oriental. No tenía nada más que una idea tecnológica a medio cocinar y un deseo de morir. Mi padre, Alfonso, y yo lo sacamos de entre los fierros r
ío, era una creación. Su creadora er
ales con millones de seguidores que se aferraban a cada una de sus santurronas palabras. Fernando la había conocido en una con
ito que estaba devoran
de lana. Y absolutamente, positivamente, ningún producto animal en la casa. Nuestro hogar, que antes se llenaba con los olores de los
que había soportado para ayudar a construir su empresa, NexoTech, no podía manejar el cambio
ata en el dedo y juró que pasaría su vida pagándome por haberlo salvado. Esta mañana, una ola de nostalgia d
tica me vio. Y se
lones de pijama, un dolor punzante y agudo que se extendía desde mis rodillas hasta mis musl
ara ti, Adela -la voz de Kassandra, dulce
con su teléfono, una pequeña y cruel sonrisa
¿Tienes idea de cuánto sufrimie
an una súplica silenciosa. *Fer. Por fav
ismos ojos azules que una vez me miraron con una gratitud ta
ertencia-. Está tratando de enseñarte. De elevarte. N
ban a entumecerse, el dolor convirti
sandra es el futuro. Sus valores son mis valores. Si quieres
staba atrapado en mi garganta
de pie y miró a la empleada doméstica, una mujer cuya colegiatu
ordenó-. Si se mueve antes de que
razo. Le besó la sien, un gesto de afecto tan público, tan des
o temporizador digital en la encimera. El primer segundo pasó con un clic audible, ha
uedé por obediencia, sino por una esperanza desesperada y tonta. L
ar de su pasatiempo de jubilado: construir intrincadas y hermosas casitas para pájaros. Tenía una afección cardí
iba directo al buzón de voz. Yo había estado frenética, llamando a la
ndo entre lágrimas, él sim
recursos. Deja que mi gente l
l multimillonario tecnológico que controlaba todo, era mi única esperanza de encontrar a mi padre. Tenía que creer que lo enco
umecidas, pesos muertos que apenas podía sentir. La empleada, evitando mi mirada, me ayudó a pone
léfono. Era Fernando. Lo agarré,
encon
esprovista de emoción-. Voy a envia
ió con tanta inten
ios, Fer. ¿Está
coche, Adela. -L
bodega austera y sin ventanas en las afueras industriales de la ciudad. El tipo de lugar que N
uzados sobre el pecho. Kassandra estaba a su lado, co
, Fer? ¿Dónde
un largo y estéril pasillo. El aire era gélido, zumbando con el sonido de losonces
mismas manos que me habían enseñado a andar en bicicleta y habían construido cientos de delicadas casitas para pájaros, estaban acía una de sus hermosas casit
labra fue un s
ojos muy abiertos por
ué está pasando. Simpl
uria salvaje que no sabía que
ho? ¿Qué demo
Solo bebió de una botella de a
n paso adelante, su voz gotea
ino, Adela. Un asesi
sin com
estás h
depender de estructuras artificiales. Altera sus patrones migratorios naturales. Es una forma d
ación fue tan profundo
as para pájaros!
cabeza como si tratara con una niña difícil-. Fernando solo
a Fernando. Mi esposo. El hombre cuy
. Su corazón. Tiene una afección. N
había reconocimiento en sus oj
de sus acciones, Adela. Igual que tú es
rándose de mi garganta-. ¿Estás torturando a
uestro primer departamentito, yo frotándole la espalda mientras él programaba, mi estómago hecho un nudo por el estrés y el vino barato que bebía en eventos pa
ía olv
una herida abierta y cruda-. ¿C
lo de algo -¿vergüenza? ¿fa
forma de vida más pura. Me estoy despojando de las
padre. Éramos las partes de
había llamado. Dijo que Kassandra era su alma gemela, su llama gemela, pero que yo siempre sería
día deg
s menús fueron reemplazados por sus edictos a base de plantas. Mis pertenencias fueron trasladadas lentamente a un ala más pequeña d
mi padre de ellos, si tan solo pudiera apelar a esa pizca de humanidad que qued
ngenu
ación de cristal, pero Fernando me agar
estúpid
te mi teléfono. Me lo arrebató de la mano y lo arr
peó a Kassandra en la cara. Ella soltó un chillido teatral, ag
rompiste la na
empujó, toda su atención se centró en Kassandra. Acunó
con la mirada por encima de su hombro, sus ojos ardi
mo si fuera una muñeca frágil y
corriendo tras ellos-. ¡Mi p
palanca era un pensamiento desesperado
co privado. Si la llevamos al hospital, la gente hará preguntas. Preguntará
razón. Un incidente público era
e, su rostro una
. ¿Quieres ver
guardias de seguridad aparecieron. Abri
erta, con el cora
Pa
tenía un espantoso tono grisáceo. El monitor cardíaco
e rodillas a su lado, mis manos flotando sob
rnando con frialdad-. Ellos se encargarán de él.
es eficientes e impersonales. Pero mientras subían a mi pad
tura en el peor de los casos. Este hombre está en paro cardíaco.
s llevarán a ambos a mi clínica privada.
dría morir! -pro
a -dijo Fernando sin
a mi alrededor, y sus ojos
nte tranquila-. Estoy dispuesto a sa
sión borrosa p
irás a la policía y confesarás. Les dirás que tu padre se confundió, se fue p
a de mi padre a cambio de m
go dentro de mí finalmente, irrevocablemente, se rompió. Todo el amor, la es
d de mi familia, mi lealtad inquebrantable. Le había construido un im
sabiendo a cenizas en mi
salvar a mi padre. Pero mientras los veía subirlo a la parte trasera de la am
de Fernando Garza convertirse en polvo en sus

GOOGLE PLAY