sta de Cata
con un mensaje de un número desconocido
que hiciste*, decía el te
arrodillado sobre vidrios rotos, Catalina. Por mí. Por nuestro bebé. Para expiar los pecados que
rnió sobre el b
lástima. "¿O solo ama el poder que le da tu apellido? Por
a estaba en su pecho, justo sobre su corazón. Su anillo de diamantes, una cosa vulga
que los decoradores enviaran los nuevos
de Jacobo y yo el día de nuestra boda. Nos veíamos felices. Imparables. U
Abrí un cajón forrado de terciopelo y saqué una pequeña y ornamen
ista incluso había capturado la tenue cicatriz sobre su ce
ermedad, Jaco
s de su ojo izquierdo. El sonido de la tela ras
nte, los esta
os hombros de Karina como si yo fuera una especie de monstruo. Él se veía cansado
asomando por el cuello de su camisa. Se aferraba a Jacob
cuando me vieron, de p
tensó. "Catalina. ¿Qu
mi voz plana. "¿O
voz cargada de exasperación. Me trataba como a un
voz un susurro tembloros
muró él, acariciándole
déjala mudarse, Catalina. Podemos a
mo si un vacío helado se instalara en mi corazón. Quería que me callara. Quería que me tragara es
lví hacia Arturo, que estaba de
sonal retire esa monstruosidad de mi habitación y la queme". Ge
ante, bloqueando el camino de Arturo. "¡Esta también
vocó primero! ¡La lastimaste! ¡Lastimaste a nuestro hijo! ¿No
ía detrás de Jacobo, pero sus ojos estaban fijos en mí, y brillaban con triun
ort
í. Y luego habló, su voz lo suficientemente alta como p
eras. Que de todos modos probablemente era hijo de otro hombre. Dijo que él arregló el acc
do se
a plateada de la cesárea de emergencia que no logró salvar a mi hijo, comenzó a ard
a construido un pequeño monumento junto al lago en nuestra propiedad.
a una m
na rabia al rojo vivo que lo consumió todo. Todo pensa
bala
ar. Agarré a Karina por su cabello rubio, arrancándola de la prot
Su cabeza golpeó el yeso co
", gritó Jacobo, aga
do al rostro aterrorizado y lloroso de la muje
biste haber tocado", gruñí, mi
dose por la desesperación mientras intentaba quitárme

GOOGLE PLAY