o de mi esposo, Damián, con su joven asistente
rviendo. En lugar de llevarme al hospital, me dejó abandonada
n que su negligencia me provocó un aborto espontáneo,
muñeca de Kendra, el mismo que Damián tenía sobre el corazó
propio pecho en una sangrienta muestra de desespera
había tenido un accidente automovilístico crít
oz perfectamente clara-. S
ítu
sa
terminó con un solo toque e
sposo, con el brazo rodeando casualmente a su joven asistente, Kendra Hill. Estaban en su reluciente oficina de la esquina, esa
jos. La cabeza de Kendra estaba inclinada justo como debía, apoyada en su hombro como si fuera lo más natural
to fue la es
oches de trabajo sin mi increíbl
on fuerza. Mi estómago no se revolvió. No hubo una oleada de ira
la pantalla, el sonido del cristal rompiéndose una pálida imitación del caos en su corazón. Lo
azo, a lo largo de ocho largos años de promesas rotas y crueldades casuale
ícono del corazón. Le di un doble toque. El corazón se relle
desvanecido, como si nunca hubiera existido. Pero su fantasma digital persistía, grabado a fuego en mis
ó la pantalla, guapo y furioso. Al fondo, podía ver las figuras borrosas de su equipo. Kend
demasiado fuerte para el pequeño altavoz del t
z nivelada, una llan
ue qué,
amente de lo que estoy hablando. Kendra está mortificada. T
ogía regañando a un becario torpe,
ma. ¿Ya no tienes sentido del
ntí nada. Los insultos, disfrazados de bromas, habían sido su arma preferida durante año
nada. No seas tan estúpida -d
a anticipar sus necesidades, cada vez que tenía una opinión di
No me defend
ement
ka
sión parpadea
y desordenada que seguiría, reafirmando su poder irresistible sobre mí. Mi indiferen
, sentí una pizca de paz. La guerra había terminado. No porque hubiera ganado,
en esa foto era un acto d
en un acta