vista d
renética. Enfermeras y médicos pasaban corriendo, sus voces urgentes. Escuché fragmentos de con
ilar de piedra en medio del caos,
hospital, a cualquier banco de sangre que pueda conseguirnos sangre O neg
d, visitando el complejo. Me había pinchado el dedo. "Tienes sangre especial, pequeña", me había dicho, con una son
hero
ayudarlo, al hombre que mi madre amaba, entonces
el suelo de baldosas. Mi muñeca palpitaba y mi cabez
ro. Tiré de la manga de una enfermera que pasa
camente en el costoso abrigo
ndo las cosas! -Me empujó
vacíos y fríos, finalm
y cansada-. Solo... basta. ¿No has
uerte que los dientes del perro. Yo había causado esto. E
el pasillo. Había llegado un mensajero, con una hielera en las
nvadió. Leonora se derrumbó contra la pared, sollozando de gratitud.
ui olv
a
y calculadores, se encontraron con los míos. No sonrió. No ofreció una palabra a
todos modos -ordenó en
a vendado y débil, pero vivo. Lo mimaron, un torbellino de actividad y
jaron
vi irse. No fue una sorpresa. Ni siquiera dolió más. Era solo un hecho, como que
era entró, con un expediente en la man
res O negativo. -Me miró con un nuevo re
teléfono
finca de los Garza.
lar con alguie
su análisis de sangre llegó. Es O negativo, donante univ
il y aguda crepitando a través del recept
do-. Entiendo... No, supongo que ya no importa... ¿Un or
lo había desestimado. Era una molestia
madre podría ser feliz. No tendría que ver mi cara y re
ropa vieja y sucia. Me sacó del hospital y me subió a un sedán sencillo. Mientras nos alejábamos de l
s-Maybach negro de Horacio Garza, acelerando h
blancos. Estaba escuchando una voz de un laboratorio de ADN, u
de su hijo con la muestra de la niña, y también con la muestra de archivo de Beto Mendoza. El señor Mendoz
nstante d
. Su ADN es compatible en un 99.999 por