ista de Es
s desorbitados por algo que parecía horror. Dio medio pas
el traje, no con delicadeza, sino con un gesto brusco e
uiándome a través de la multitud boquiabiert
iquín de primeros auxilios. Se arrodilló ante mí, su tacto sorprendentemente suave
pero fue el calor de sus dedos en
o no dejaba de sangrar, instintivamente se lo llevó a los labios y sopló suavement
ío traicionero. Una ola de confusión y un destell
una profunda y cansada tristeza-. Sé que esto es difícil. Solo... solo dame un me
el aroma de mi hogar, mi amor, mi vida- llenó mis sentidos. Iba a besarme. Y la p
resonó desde el
AVI
ber
ento de conexión se hizo añicos. Se puso de pie en un instan
uego se fue, subiendo la
de repente fría. La frágil esperanza murió,
esde la recám
bunda! ¡Deberías dejarme morir, Javier!
almante que no había oído dirigido a mí en mes
? -exigió Kimberl
Un silencio pesa
y poco convincente-. Me voy a casar
etulante. Luego, Javier bajó de nuevo,
e mi
mi cabeza-. Quiere que seas su sirvienta personal durante el resto de su
La crueldad de la pet
uarto de servicio en el sótano -añadió, c
única y diminuta ventana que daba a un trozo de tierra. Las empleadas se compadecían de mí, dejándome mantas
eleitaba en s
afé está frío
len los hombros
olvoriento. Quiero que l
iando la ansiedad de Kimberly, que su condición estaba mejorando visiblemente bajo este nue
dormir en un catre en e
na pesadilla -h
ió que quería ir de compra
abía añadido, con los ojos brillantes de m
je, mi voz tranq
la de Javi
o no dejaba lugar a discusi
s que costaban más que los coches de la mayoría de la gente. Javier la observaba, con una sonrisa leve y triste en el rostro. Vi
la tienda, un monstruo de seda y
osamente dulce-. Ven a arregla
sintió h
, ayú
a cascada de tela, vi nuestro reflejo en el espejo de tres vías. Kimberly, radiante y triunfante,
berado paso hacia atrás, su tacón conectando con un vaso de
to de dolor al caer, su pierna aterriza
ño corte, apenas un rasguño, se lle
lado, su rostro u
-gruñó, mirán
s brazos, lo miró con o
sola lágrima rodando por su mejil
o él se la tragó. Vi la creencia amanecer en s
struo, Estel
er, y
olvió hacia el atónito gerente del salón-. Llame a la policía -d
mo que vi fue su rostro por encima de su hombr
os de la prueba del vestido de novia de otra mujer. Fue, pensé con un desapegad
puerta se abriera con un crujido. Entraron tres mujeres grandes con rostros duros
s nudillos-. Miren lo que tenemos aquí. D
-