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Historia

Capítulo 4

Palabras:1261    |    Actualizado en: 14/10/2025

ista de Es

s desorbitados por algo que parecía horror. Dio medio pas

el traje, no con delicadeza, sino con un gesto brusco e

uiándome a través de la multitud boquiabiert

iquín de primeros auxilios. Se arrodilló ante mí, su tacto sorprendentemente suave

pero fue el calor de sus dedos en

o no dejaba de sangrar, instintivamente se lo llevó a los labios y sopló suavement

ío traicionero. Una ola de confusión y un destell

una profunda y cansada tristeza-. Sé que esto es difícil. Solo... solo dame un me

el aroma de mi hogar, mi amor, mi vida- llenó mis sentidos. Iba a besarme. Y la p

resonó desde el

AVI

ber

ento de conexión se hizo añicos. Se puso de pie en un instan

uego se fue, subiendo la

de repente fría. La frágil esperanza murió,

esde la recám

bunda! ¡Deberías dejarme morir, Javier!

almante que no había oído dirigido a mí en mes

? -exigió Kimberl

Un silencio pesa

y poco convincente-. Me voy a casar

etulante. Luego, Javier bajó de nuevo,

e mi

mi cabeza-. Quiere que seas su sirvienta personal durante el resto de su

La crueldad de la pet

uarto de servicio en el sótano -añadió, c

única y diminuta ventana que daba a un trozo de tierra. Las empleadas se compadecían de mí, dejándome mantas

eleitaba en s

afé está frío

len los hombros

olvoriento. Quiero que l

iando la ansiedad de Kimberly, que su condición estaba mejorando visiblemente bajo este nue

dormir en un catre en e

na pesadilla -h

ió que quería ir de compra

abía añadido, con los ojos brillantes de m

je, mi voz tranq

la de Javi

o no dejaba lugar a discusi

s que costaban más que los coches de la mayoría de la gente. Javier la observaba, con una sonrisa leve y triste en el rostro. Vi

la tienda, un monstruo de seda y

osamente dulce-. Ven a arregla

sintió h

, ayú

a cascada de tela, vi nuestro reflejo en el espejo de tres vías. Kimberly, radiante y triunfante,

berado paso hacia atrás, su tacón conectando con un vaso de

to de dolor al caer, su pierna aterriza

ño corte, apenas un rasguño, se lle

lado, su rostro u

-gruñó, mirán

s brazos, lo miró con o

sola lágrima rodando por su mejil

o él se la tragó. Vi la creencia amanecer en s

struo, Estel

er, y

olvió hacia el atónito gerente del salón-. Llame a la policía -d

mo que vi fue su rostro por encima de su hombr

os de la prueba del vestido de novia de otra mujer. Fue, pensé con un desapegad

puerta se abriera con un crujido. Entraron tres mujeres grandes con rostros duros

s nudillos-. Miren lo que tenemos aquí. D

-

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