a Herre
abía perdido era borrada. No podía irme. Estaba confinada a la sala, un espacio que nunca había s
corte. Ella estaba sentada en mi sofá blanco, un trono hecho a su medida, desen
hes absorto en las noticias financieras, estaba inclinado
eces, mi a
semana -añadió mi madre, sus ojos brillando de orgullo-. Y ten
ldad, un rubor tiñ
ue hacer todo es
Sabes, una vez que Anabella finalmente se mude para estar con Damián, deberíamos convertir este lugar en un estu
n de par en par en una actuac
demos hacer eso.
madre-. Ella eligió su camino. Es
la niña dorada de la familia, apareci
e sea por la estr
corriente de afecto de la que nunca había sido parte. Era un dolor físico, este dolor fantasma en mi corazón esp
su champaña, sus ojos brillando
ar con nosotros -dijo, su voz goteando una triste
la energía de la habitación. El calor se retiró, re
orándose-. Solo está siendo egoísta, como siempre. No soporta
a superado estos berrinches infantiles. -Miró a Camila, su expresión suavizándose-. Se necesita un talento único
o un pasatiempo, un trofeo de partic
tu noche, Cami -continuó, su v
o un puche
ra tan sutil, tan expertamente tejida, que solo yo podía oírla. Vi el destello de satisfacción
ia. La recordaba en la preparatoria, batallando con las calificaciones mientras mis propios logros pasaban desapercibidos. Nuestros padres habían inver
reconociendo mi trabajo, llamó a nuestros padres, Camila rompió en llanto, afirmando que yo la había obligado a hacerlo po
derramaban sobre ella. Solo una fracción. Había esperado encontrarlo con Da
a priorizar los eventos sociales de ella sobre nuestras noches tranquilas en casa, desestimando mis sentimientos com
ardor de las lágrimas en mis ojos. Solo había un vacío profundo e insondable. Estaba
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