ista de El
día siguiente, me convocaron
r a través de ti. Javier estaba sentado en la silla frente a su escritorio, luciendo tranquilo y sereno, como si fuera e
ñor Robertson ha traído a mi atención cierta información... p
a los ojos, negándo
académico y mi colegiatura está pagada en su totalidad. Lo que e
er b
lmente vinculante entre dos de las familias más poderosas del estado. ¿Crees que
Una vida que finalmente estoy eligiendo para mí. Y para que conste, el cont
pe físico. Su compostura se resquebrajó y
a infantil y maliciosa. Sabe
rometido conmigo? ¿Nunca debió ser la que salvaste mientras dejabas que me lastim
silencio, con la
xpresión indescifrable. Juntó las ye
lucramos en las disputas domésticas de nuestros estudiantes. El expediente académico de la señorita Garza es
os -amenazó Javier, su voz b
Directora se
edero multimillonario Javier Robertson intenta expulsar a su ex prometida de la universidad d
poder inutilizado por la simple lógica y la amenaza de una mala ima
mirada, sus ojos p
o ha te
la oficina, cerrando
i cuenta de que estaba conte
lbright -dije, mi voz
una pequeña y
za. Parece que tiene un futuro brillante p
a de mis clases. Intentaba hablar conmigo, su tono cambiaba salvajemente de suplicante a exigente. Envió lujosos ramos de flores a mi departamento c
el número de mi madre. Vertí toda mi energía en mis estudios, encontrando consuel
roeconomía avanzada donde
cálidos e inteligentes y una sonrisa que siempre los alcanzaba. Era un estudiante de doctorado, el asistente de cátedra de la clas
cía en clase. Se quedaba después del seminario y caíamos en conversaciones fáciles sobre
ía tres trabajos para pagarse el doctorado. Era amable, genuinamente amable, sin ningún motivo oculto
us. Estaba agotada, me dolían los pies y tenía que estudiar para un examen parcial. Al salir al ai
Fern
lenta sonrisa se extendió por su
os sabíamos que era mentira. La cenadurí
-bromeé, una sonrisa genuina tocando mis labi
quería comer solo. -Señaló la cenaduría de la que acababa de salir-.
na protesta fuerte y vergonzosa. Se
e rio, un sonid
eso co
onstante de caos. Pero al mirar a Fernando, a su rostro abierto y honesto,
de lo que esperaba-. Pero tú pagas. Acabo d
isa se
to h
durante horas, mucho después de que los tacos se acabaran. Me contó su sueño de convertirse en profesor, de hacer la economí
s que suficiente. Cuando me acompañó a casa más tarde esa noche, un silenc
irada seria-. No tienes que decirme qué es. P
r nada a cambio, eran más valiosas que todo el dine
e, me incliné y le di un beso
as, Fe
rojo que me subía por el cuello, mi corazón lat