sta de Emil
ante una década. Silenciosa, tensa, pero con un alambre de acero recorriéndola. Sofía Elizondo. El nombre me sonaba, un
whisky en mi vaso. El hielo tintineaba un ritmo solitario contra el cristal-. Mi
a. La mayoría lo hacía. Querían un
na pizca de vacilación-
e los edificios, como la gente, parecían cansados de su propia historia. Su
te, me demostró que
a imaginado, con ojos oscuros que contenían una tormenta de cosas no dichas. Llevaba un abrigo simple y elegante que
el café amargo. Era una afirmac
-respondió, su mi
tes de mi silla cru
n durante los próximos cinco minutos. Mi anticipo e
emocional y divagante sobre ser incompre
deslizó sobre la superficie llena de cicatrices de mi
nario para el nuevo proyecto de desarrollo del Paseo Santa Lucía. La propuesta se filtró a nuestro principal competidor, Grupo Garza Sada. Una investigación interna des
me meteorológico, pero pude ver la tensión en sus nu
erminó antes de empezar. Desde entonces me han dicho que tengo suerte de que mi familia no presentara c
a" quedó flotando en
linándome. Era la primera
N
o" plano y sólido. Era la mentira más convincente o la
z años es mucho tiempo para que
do un destello de la tormenta interior-. Ha estado viva y coleando, viviendo en mi casa, com
robo que no cometió. Le creí. Me partí el lomo trabajando. Pero la evidencia era impecable, la historia estaba bien armada y fracasé. Le dieron cinco años. Cuando
xhausto. Vi las inconsistencias que ella estaba demasiado cerca para ver. La evidencia p
que lo hizo
-admitió-. Pero sé q
rtió en el héroe que salvó a la
ntió len
avarro. Era una nueva empleada en el departamento de marketing en ese en
Las familias ricas que protegen su imagen son más peligrosas que los animales acorralados. En
te caso, destrozaré a su familia. No habrá vue
rla. Esperaba ver
de que entró, vi una pequeña y
jando a casi un susurro-.
lo. El fantasma de mi fracaso pasado me
ije, tomando mi abrigo-. Vamos