na
hierbas. El dolor explotó a lo largo de mi columna, agudo y cegador. Para una Omega como y
e, mi cuerpo gritando en protesta-. ¡Tú
vó a un chill
e dejaste sola, una simple Omega, para enfrentar
l? -replicó Braulio, su rostro tor
abían humillado pú
te hacia Marina, que ahora sollozaba entre sus manos-. Mi reputación pue
esesperación. El truco barato de una solitaria, y él había
e marchitó y se convirtió en cenizas en mi pecho. Un hombre que no po
do el dolor punzante en mi espalda. Lo miré directame
ompromiso está ofic
puerta, sin mirar atrás. No le d
escuché la voz empalago
eberías ir
sta, goteando arr
Omega. Regresará llorand
 
 GOOGLE PLAY