ía visto obligado a trabajar toda la noche. Me trajo el desayuno a la cama, su rostro una máscara de amo
icóloga de la escuela, se esperaba que yo me encargara. Franco insis
a su lado, con aire de suficiencia. Franco estaba de pie detrá
ndo mi voz profesional-. Se niega a par
preocupación-. Ha estado tan preocupado por su padre.
-añadió, volviéndose hacia
anco se apret
ofesional, Karl
terrumpió, con la voz que
ba funcionando. Podía sentir cómo su simpatía se desp
rulla me indicó que me detuviera. Obedecí, mi corazón latiend
sito que salg
, todo se volvió negro. El mismo ol
or el olor a polvo y moho. Estaba atada a una silla.
escupiendo en el suelo cerca de mis pies-. L
ón que no olvidarías -añadió el
. No matarme, todavía no. Solo herirme. Romperme
Pensó que seguía siendo
dolor era insoportable, pero un extraño y frío desapego se apoderó de mí. Estuñó uno de ellos, asestando un golpe e
haber tenido un cambio de opinión. Había cortado mis cuerdas y dejado una bote
je. No fui a la policía. ¿Qué diría? ¿Mi no-esposo, el amado multimillonario tecnológico, hizo
al único lugar dond
bía un quiosco, decorado con luces parpadeantes. Una pequeña
impresionante vestido blanco. Lloraba, con la mano presio
sosteniendo una caja d
apasionada que una vez creí reservada para mí-. Devolviste el fuego y la vida
ntió, so
Oh, Fra
dedo. La multitud estalló en aplausos. Se lev
ido su vida sobre mi amor, sobre mi supuesta pureza, proponerle matrimonio a la mujer que representaba todo lo
y perdido niño, sonreír mientr
heló. La mujer que amaba a Franco Garza murió en ese momento. Lo que q
rfecta bañada en el cálido resp
archa y me alejé. No llor
éfono y mar
ora -