img Mi esposo, mi enemigo  /  Capítulo 1 | 10.00%
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Historia
Mi esposo, mi enemigo

Mi esposo, mi enemigo

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:2425    |    Actualizado en: 15/08/2025

aleras. Como psicóloga infantil en jefe de una academia de élite, estaba acostum

to de la facultad, me arrastraron a una camion

amable me dejó usar su teléfono para llamar a mi esposo, Franco. Como no contestó, abrí

einta minutos, lo mostraba en un cuarto de hospital, pelando

eo-. Esa maestra

yo había amado durante una décad

e encargó de eso. No volve

bía jurado protegerme para siempre, mi amado esposo, había intentado m

sido registrado legalmente. Mientras yacía allí, destrozada, recordé el regalo de bodas qu

escubrir que era su

ítu

lle, había visto mi buena dosis de niños difíciles, pero Leo era diferente. Era desafiante, con una fri

no de colores suaves y juguetes de peluche diseñados p

-dije, con voz suave-. ¿Pued

ltera, Karla Baxter. Sin padre registrado. Era un estudiante becado, u

dije finalmente-. Necesito que pienses

jos. Era una mir

a facultad. El día había sido largo. Solo quería ir a casa con mi e

Antes de que pudiera gritar, una mano áspera me tapó la boca. Un olo

eza me palpitaba y tenía las manos atadas a la espalda. Estaba en la cajuela de un coche. El pánico se apoderó de

nía las muñecas en carne viva por los cinchos de plástico. Intenté pensar, intenté

se abrió. Una luz cegadora me inundó y apreté los ojos. Vi la silueta de

recorrió el homb

z convertida en un susurro r

sonido cr

o hic

significaba que no planeaban dejarme con vida. Empezaron a patearme. La cabeza, el estóm

e desgarraran. Grité, un sonido crudo y animal de agonía. Luego, otra patada en l

pensé en Franco. Mi dulce y amoroso Fr

ó. Flotaba en un mar de

¿Está

a abrirlos. Un joven, un excursionista por su rop

do de la carretera en el

Estaba

era un universo de dolor. En la sala de emergencias, una enfermera amablemente me ayu

contestaba mis llamadas. Intenté de nuevo. Buzón. Un nudo de inquietud se

ta -sugirió la enfermer

rfil público estaba lleno de fotos nuestras, de los éxitos de su empresa

ublicación, de hacía solo t

to de hospital, no muy diferente al mío. Franco estaba allí, de espaldas

apoyado en almohadas,

eo Ba

oz petulante-. Esa maestra

n se detu

mío, un rostro que había amado durante una década. Pero la expresión que tenía era

ajo y tranquilizador-. No te preocupes. Papi ya se

nzana a Leo, y el niñ

pro

ando el cabello de Leo-. Papi sie

que estaba viendo. El ataque. Los hombres. *No volverá a mole

esgarraba el alma. Mi esposo. El hombre que me había salvado cuando era una adolescente huérfana, el

Todo era una mentira. Un

. Perdí al bebé, un niño, y mi útero quedó dañado sin remedio. Me dijeron que había nacido muerto. Fra

Tenía los ojos de Franco. Mi hijo. Él era mi hijo. Franc

fue un sollozo ah

ra corrió

sa? ¿Qué

amente. El video se repetía en bucle. Franco, mi Franco, con nuestr

el suelo. El dolor en mi abdomen se encendió, candente y cegador. Mi

ecesitamos u

olescente perdida y rota. Él era el heredero de la fortuna Garza, guapo y brillante. Me acogió, me cuidó, me amó. Me dijo que yo era s

una claridad repentina y esca

e que el anterior, atravesó la ni

le jadeé a la enferm

só el expediente de la escuela de Leo que

la asistente person

educir a Franco. Él mismo me lo había dicho, con el rostro hecho una máscara de asco. Dijo que no soportaba a las muje

había mandado lejos. Le había mo

sonó en la habitación estéril. Yo era un chiste. Mi

sgarro en lo profundo de mi interior. La sangre empapó mi

e a una oficial de policía de pie junto a mi c

ecirle esto. Sus heridas... los médicos tuvieron que rea

erdido hacía cinco años, durante el primer "ataqu

io -dije, con la

me miró c

.. no hay registro de su matrimonio con Fran

esposo durante cinco años. Había llevado su anillo. Había c

evastadora. El niño. Mi hijo. Leo Baxter. Su apellido no era Garza. Era Baxter.

de gallina. Él la había despedido, o eso dijo. Me había dicho que ella intentó quedar embarazada usando su

había

l seguía

orden de restricción en su contra... ale

e la habitación parecían cerrarse sobre mí. El peso de todo -las mentiras, la traici

me desplomé en el suelo frío y duro, una

en el teléfono de la enfermera, t

aque terrible y al azar. Voy corriendo a tu lado.

rmiza hipocresía. Un sonido escapó de mis

lvador. Él e

él era mi

sta vez. Un número desconocido. Casi lo ig

z de hombre, vacilante-.

la casa de al lado antes de que mis padres murieran. El chico con el que n

rré, con la

a por la preocupación-. Estoy afuera del

odía formar las palabras. La verdad

ña y fría chispa de algo nuevo se encendió en las ruinas de mi

ganado. No sabía con quién se estaba metiendo. Había

mperio. Pensó que era un sím

escubrir que era su

e repente clara y firm

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