img El Juego Más Cruel del Negociador  /  Capítulo 4 | 18.18%
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Historia

Capítulo 4

Palabras:1083    |    Actualizado en: 13/08/2025

uto ejecutivo, sus cabezas juntas, su conversación un murmullo bajo de bromas compartidas y referencias p

hadas. Una mesa para dos estaba puesta en la cubierta, con champaña y una sola ro

para exponer las piezas rotas de nuestra vida y preguntarle si

das nuestro primer viaje en el agua?", preguntó, sirviénd

arsa. El recuerdo estaba manchado ahora

oz suave. Las palabras quedaron suspendidas en el aire entre n

en mi tono. Estaba demasiado a

raudulenta, sobre las mentiras intermina

linarse, las luces de hadas se convirtieron en una mancha vert

su preocupación sonando hueca. "Te v

champaña en mi mano. Me había drogado.

su risa y la de Brenda resonando en la d

la cabeza y tenía la boca seca. Una ira profunda y fría ardía a través

ír vítores y aplausos desde la cubierta superior. Subí las estrechas

ierta. Una pancarta colgaba del mástil:

adiante en su rostro. Esto no era una cena romántica para nosotros. Era una fiesta sorpr

se en mis huesos. Le estaba regalando un collar de diamantes, el mismo que yo había admirado

o jamás", brindó, levantando su copa. "Y por la m

a antes de caer. Ahora lo veía todo. No solo me había drogado para evitar una con

mbre que creía conocer... todo era una mentira. Había drogado a su "esposa" para que no fuera

del camarote se abrió. Era Brenda. Entró deslizándose en la

falsa simpatía. "Pensé que Héctor te había dado s

verme rota. No le di nada. Mi r

dije, con l

"Solo vine a ver cómo estabas. Debe ser duro ver al hombre

mente, mi silenci

o?", se burló. "¿No quieres luchar po

obras", dije, mi voz t

agrió. "Solo eres un reemplazo am

levantándome. Abrí la puerta y l

de recuperar la compostura. "Bien. Enó

estrecha litera. Estaba demasiado cansada para sentir

la salud y en la enfermedad". Su voz, tan sincera, tan llena de pro

trazando un camino a través de la suciedad de mi cara. Q

uavemente el hombro. "A levantarse

rpo dolorido. Ni siq

ra una constancia de soltería. Fue un proceso frío y burocrátic

oría de las cosas en la casa parecían pertenecer a una extraña. En un cajón, encont

sin leer de hace dos años apareció en

r qué dijiste que no q

pavor apretándose en mi estómago.

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