consuelo pero que ahora solo le revolvía el estómago. Se sentó rígidamente en el
evas? -preguntó
a, con la mandíbula apretada-. No quiero que aparezcas en casa de mi
Jordán. Todo lo que
u casa. Solo déja
jo simp
Lomas. Ella salió y caminó hacia la puerta sin esperarlo.
us ojos brillando
que te arras
rrotado y la
y muebles caros, pero se sentía t
enfrentarlo en el vestíbulo-, es para proteger a Jor
na gruesa manta de cachemira y un botiquín
la chaque
manta alrededor de sus hombros temblorosos.
a era en unas pocas semanas. Entonces estaría libre de est
abrió el
, señalando un si
piando el corte en su frente con una toallit
ravés de la tela delgada. Su respira
cabeza contra el sillón. Empezó a limpiar la
su voz tan aguda como el escozor del an
un nudo en
ad me odi
continuó su trabajo, su rostr
edos donde tocaban su piel. Por un segundo loco y estúpido, se sintió c
e era un
lo... si solo ya no me amas, puedo aceptarlo. Me iré y nunca más te mol
mirada, fija en el corte sobre su ojo, vaciló. Vio algo en sus ojos, un destello de dolor,
rte de ella, enterrada en lo pr
en su mente: Jordán, sonriéndole, confiando en ella. La culpa d
s trucos de Elías. Estaba tratando de m
do contra su propia confusión. Terminó de vendarle el
peranza muriendo en su pecho. Una
endo -dijo
más. Simplemente se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, sus movimientos rígido
us hombros. Había esperado que suplicara, que discutiera, que in
legante sala de estar de repente se sintió vasta y vac
bre desesperado tratando de recuperarla. Pero su partida se si
ietante se deslizó en su cora
admirador, se dijo a sí misma. Una molestia, pero un admi
sienes, haciendo una mueca. A veces sucedía cuando intentaba pens
sar. El dol
en el espejo del vestíbulo. Jordán la esta
donde el auto de Regina lo esperaba para llevarlo de reg
tro estaba contors
su puño conectó con l
hacia atrás,
u problema? -gritó,
o de furia-. ¡Mi problema eres tú! ¡Vi su camioneta t
porque Elías estuviera herido; estaba furioso porqu
iando un cort
e desquiciado. Abofeteó a Elías en la cara, una, luego dos veces. Los golpes eran débi
n dificultad. Sostenía un
desenroscó la tapa y le arrojó el contenido. El olor agudo
atiendo con un nuevo tipo de miedo. Esto iba más
estaban desorbitados, su mano temblaba mientras lo
ara sacarte de su