aleria de los brazos y la llevaron a toda prisa a una sala de trauma. Me quedé de pie en medio
, salió unos minutos después. Su expresión me dijo todo
uavemente. "Hicimos todo
la cabeza. "No, está equi
devolverla a la vida con la pura fuerza de mi
os hacer", dijo la doctora
cercana, un grito hueco y resonante atrapado en mi pech
o, caliente y negro. No era solo dolor. Era rabia. Odio puro
to, el que guardaba para em
portar un
otra palabra, una mano se posó
a tú", dijo, su voz un s
ntáneamente eclipsado por
o puedo garantizar la seguridad de tu hermano. Los accidentes ocurren en los hos
a y afilada. Emilio. Todavía era paciente e
y me abalancé sobre ella, mis manos cerrándose alrededor de su esbelto c
arl
arre como hierro en mis brazos. Katia retrocedió tambaleán
tor!", gritó. "¡
me gritó Héctor, su rostro
tembloroso la sala de trauma. "¡Valeria está m
e sorprendido, como si la idea de que sus acciones pudieran te
nzaron a negarlo todo. "¡Está mintiendo! ¡La chica tuvo u
minar", dijo, luciendo profundamente incómoda. "Parece que su hermana tenía una a
ón de minutos, había comprado el informe,
brazo de Héctor. "Fue una muerte n
noche". Hizo un gesto a los dos guardias de seguridad que se habían materializado a su lado. "E
estaba encubriendo. Me estaba castigando por atreverme a decir la ve
a triunfante en su rostro. "No me siento muy bien, Héctor", murmuró, colocando una
o concebido de mi dolor,
leada de bilis subir por mi garganta y v
e Héctor, una máscara de profunda preocupación dirig
rmía en una silla junto a mi cama. Parecía agotado, su cabe
"Carla", dijo, su voz ro
, pero pude ver el fr
mi cama. "Katia... ella no eres tú. Fue solo una aventura
a borrar todo con unas poca
ella", prometió, su voz seria. "La enviaré
en blanco. Tenía que seguirle e
mi voz plana. "Quiero transferi
aré los arreglos de inmediato". No cuestionó mis motivos. En su arrogan
s minutos después, su asistente en
Es Emilio Montes. Él... se ha