na quemadura de segundo grado en el brazo y me dijeron que necesitaba quedarme en obs
cio. Sin llamadas, sin mensajes. Ni de Ángela. Ni
ndo los vi. Giovanni estaba en una habitación privada al final del pa
ano, del tamaño de una moneda de un
llena de preocupación, aplicándole una crema espe
mente, haciendo una mueca para dar efecto
an valiente, tío Gio. No como mi papá
que casi me hizo reír. Yo tenía una quemadura grave que requería atención
re para "desestresarse". Era una actuación obligada. Sabía que se trataba de mantener la imagen públ
je de baño blanco, yacía junto a la alberca, hablando por teléfono. Connie chapoteaba en l
illa, bebiendo un vaso de té helado, sin
ni se acercó, con una toal
ntó, su tono goteando falsa pre
ien aquí
presión. Esta campaña lo es todo para ella". Suspiró, como si compartiera una pesada carga. "Me dijo una vez, cuan
eran un insulto cuidadosamente elaborado. Me estaba d
sonriendo. "Y no lo has hecho. Has sido el si
mi estómago. Estaba disfrutando esto, pelando las c
inó hasta el borde de la alberca y se detuvo, mir
i me ahogo de niño, un hecho que había compart
te. Tropezó hacia atrás, chocando contra mi mesa. El impulso hizo que mi si
l viejo terror. El agua llenó mi nariz y mi boca. Mis pulmones ardían. Me agit
oluto, se apoderó de
, vi figuras en el borde de la
Dios mío
ue directamente hacia Giovanni, que tosía
y bien", jadeó, a
cabeza del agua por un segundo, bo
furia. "Álex, ¿qué demonios estás haciend
gritándome. "¡Tú lo empujaste! ¡Te vi!
se interpuso en su camino, su pequeño cuerpo rígi
pesadas, mis luchas más débiles. Mi último pensamiento coherente fue de el
hace