ija y sus pulmones ardían con cada respiración superficial. El calor era un recordatorio constante de l
de fría satisfacción mientras teclea
murmuró-.
sión se nubló, puntos oscuros danzaban frente a sus ojos. Recordó el día de su boda, la mano de Benjamín en la suya, su voz seria mientras
anija de la puerta, sus uñas raspando
abras saliendo de su garganta en carne v
protector que no había visto en años. Un fuego que no era para ella, ni para s
su mano, sus dedos mo
un avión, en una junta. ¿Cuándo fue la última vez que pasaste u
mo Directora de Operaciones de la empresa que construyeron juntos, en torno a Leo. Tomaba vuelos nocturnos para estar en casa para el desayuno, trabajaba hasta tar
calofriante falta de preocupación-. Es una tragedia. Pero Kenia es joven. Tiene to
inducido por el calor. Sus palabras no eran una defensa de Kenia; eran una conf
a eran juntas de consejo. Los "retiros de trabajo" de fin de semana. El olor de un perfume
ostando con
vergüenza- cruzó su rostro antes de ser
el punto
eció. Golpeó la ventana con los puños
r! ¡Déjame ve
angrando, pero no sentía el dolor. Todo lo qu
sabiendo a veneno-. Juro por Dios que voy a hac
e dejaba en la ventana, y un atisbo de inquietud cruzó
y el sonido de un hombre gritando
-suplicó, su cuerpo
oque en su propio celular,
nube está borrado. La tarjeta orig
cuando finalmente bajó las ventanas.
condescendiente-. Todo este drama, para nada
de ancianos, dejando el des
re -dijo ella, su vo
Tuvo un pequeño susto, eso es todo. Puedes verlo mañana. Ah
o. El hijo al que acababa de negarle ju
a todo el mundo, la muerte de Leo fue un trágico accidente. Un seguro del coche defe
ía y pesada en su pecho. No solo había perdido a su hijo. Había perdi
camioneta, un nuevo sentimiento comenzó a florecer en el pá
od