el Hotel El Nómada. El mensaje había sido simple:
la dinastía petrolera de Energéticos Ríos. Nuestro m
sofá de cuero, con un vaso en la mano. Era exactamente como lo pintaban los tabloides: p
voz un murmullo grave-.
íos. ¿Qué es esto? -Intenté man
omando un sorbo l
stando con una celebridad de quinta con tu dinero, y tú s
iéndose frágil incluso para mis prop
do oscuro y sin humor. Hizo un gesto a sus
eron, cerrando las pesadas puertas detrás de e
ijo Atilio, inclinándose hacia adelante. Tocó su t
en lo que parecía una habitación de hotel. Hernán y Celine. No so
olvió el
del televisor. Era una declaración clara e inconfun
earon más fuerte que
rta es el trabajo. Es como estar casado con un robot. Un robot brillante y rico, pero un robot
cia atrás, agarrando el brazo de una silla para estabi
el sonido ap
z baja-. Te ha estado
resó, crud
quieres? -Yo era una mujer de negocios. Ent
doctora Sáenz -dije, mi voz volv
con ella. Tu tecnología, mis recursos. Podríamos enterrar a la ind
struir a tu
quemar su imperio hasta los cimientos. Pero para hacer eso, necesito q
ré-. Estás proponiendo
jo-. Tú y yo. Lo sacamos con nuest
con la
nubes. No me arriesgaré. -Estaba pensando en el bebé. Nues
eció leerm
a otra imagen en la pantalla. E
tranquila y letal-. Hernán ha estado desviando dinero de Helios a esta cuenta d
mbrosa. Era un r
. Recibos. Un Porsche nuevo para Celine. Un condominio en Miam
un error. Era una traición larga y calculada. Estaba saqueando nuestra empresa,
io de esperanza d