bir las escaleras con un propósito
ue había sacado ayer, sino todo. Todos mis libros, mis f
un pequeño y único dije. Era una pieza personalizada que mi madre hab
taba
Vacié todo el joyero sobre la cama, r
cama. Un pavor helado se extendió por mí. Solo hab
aleria estaban en la sala, hablando en
igí, con los ojos
fía? -preguntó Mateo
e rabia-. El de oro con el dije que
onces
ternidad, vi el brillo del oro. Era mi co
surré-.
ero Mateo se interpuso, a
etente! ¿Q
ndo contra él-. ¡Mira! ¡Lo lleva puest
comenzó
o bonito para animarme. -Se aferró al collar protectoramente-. D
No hay otro igual en el mundo. Tiene sus ini
Valeria llorosa, su rostro una má
jala verlo -dijo,
¡Tú me lo dis
u propia mentira-. Solo quiere mirar. Luego le compraré
dinero. Se trataba de ella, tocando el r
collar. Su mano temblaba. Lo extendió, pero ju
mi madre había dibujado en una servilleta en un Vips, se d
te que un disparo en l
ó. Todos nos quedamos mirando
Tenía una pequeña y triunfante sonrisita
r
teo y la abofeteé. El soni
mano a la mejilla, con los oj
sar lo que había hecho, Ma
er
la mejilla, me zumbaban los oídos. El shock fue una ola fr
, vuelvas a tocarla. Un pedazo de joyería barat
hijo de su he
extraño. El hombre con el que me casé
ego miré las piezas rotas del
dije, mi voz hueca