, marcando mi regreso después de cinco a
i difunta mentora, la única razón p
ras la muerte de mis padres, me esperab
ientos inapropiados sobre nadie. Especialmente no sobre mí. ¿Entendid
r él, mi propio tío, el hombre que me había desterrado por
ada me esperaba en el mismo hotel dond
hipócrita sonrisa y lanzó acusaciones vel
ormado una familia en España. ¡Qué calladito te lo t
llamándome "arpía" y "mosquita muerta" , ala
ón ardía, la
o, exigiéndome explicacione
mi hija. Acabo de salir de la cuare
la imagen de la sobrina
ado, y yo no iba a ser