earse en la forma de nuestro primer hijo. El restaurante, "El Corazón de México", era nuestro otro bebé, un éxito rotundo que nació de mis ahorros
una quietud en el aire cuando Mateo estaba cerca. Estaba embarazada de tres meses, y la fatiga me obligaba a pasar más tiempo en casa. Él
a, mi amor. Quer
Mateo entró en la sala hablando por teléfono. Se detuvo en seco al verme, colgó rápidament
uando sucedió
diálogo, nítida y translúcida. Parpadeé, pensando que era un efecto de la luz o del cansancio de
lgué. Sofía estaba en la sala, c
estar alucinando. Me froté los ojos con fuerza, pero cuando volví a mirar
, Sofía? Te
un poco mar
miré con una mezcla de miedo y una necesidad imperiosa de saber. No tuve que tocarlo. Sobr
ro futuro heredero y yo te extrañamos. ¿Cuándo le vas a d
iosa sous chef, la chica a la que yo misma había entrevistado y recomen
on ojeras incipientes y una vulnerabilidad que me asustó. Sobre mi propia cabeza, no había nada. Solo sobre
ció sobre el teléfono,
complicación. El verdadero heredero de nuestro imperio culinario será el nuestro, el fruto d
ijo. Nuestro hi
a nada que ver con el embarazo. Era la bilis amarga de la traición más pura y cruel. No solo me enga
rió mi cuerpo, apagando el dolor inicial y
o a este
ntiras, destinado a ser despreciado por su propio padre como un "
lto en vapor, con una toalla alrededor de la ci
a? ¿Te sientes m
o dije nada. Simplemente lo miré, viendo al hombre que amaba y al monst
. Abrí la laptop y entré a la cuenta bancaria conjunta. La que habíamos a
fondos a mi cuenta personal. No era venganza, era supervivencia. Si yo era un o
-