fui al mercado a abrir el puesto. El trabajo era mi único refugio, la única cosa que no me podía traicionar. Las horas pasaron en una
ada de Ricardo. Por un estúpido instante, sentí una punzad
a pantalla, estaba en un lugar que n
ónde andamos!", di
n camastro. Se reía de algo que él le decía. Detrás de ellos, una botella de champagne reposaba en una hielera. No
", logré preguntar, mi
ar del disco de Isa. ¡Es increíble, Sofi! ¡Lo estamos l
có a la cámara y
¡Te guardamos
elular, temblando de rabia y de un dolor tan profundo que me costaba respirar. Los clientes me miraban, pero
l. Su tono ya no era eufórico, sino defensivo
nos quedáramos a relajarnos un rato. Ya sabes cómo es esta gente. Tú concéntrate
ras, que antes me hacían fl
enferma. Yo tenía diecinueve años, estaba sola y asustada en la calle. Ricardo me encontró llorando en un parque. No me hizo preguntas, simplemente me abrazó, me llevó a su pequeño cuarto de azotea, me dio su única cobija y durmió en
s recuerdos. Era él, llamando de nue
directamente, con un tono
icardo?", respond
ro!", exclamó, su voz subiendo de volumen. "¿O qué? ¿Querías que te invitara? ¿Para qué? ¿Para que te sentaras e
endo comenzaron a rodar por mis mejil
fueras honesto, R
ndo problemas donde no los hay!", gritó. "¡Sabes
co
nto, no lloré. Fui directo al clóset y saqué una pequeña maleta, la que usaba para las raras ocasiones en que visitaba a mi abuela en su pue
artamento, azotando la puerta. Venía borracho, con los ojos
ifica?", siseó,
ardo", dije,
una ris
¿Con quién? No tienes a n
ara. Me agarró del brazo con una fuerza brutal, la
? ¿Por eso te vas? ¡Para irte
oche, a los diecinueve años, a la acusación de mi padre. El trauma que Ricar
más fuerza, sus dedos
tame, la
oe. Y en ese momento, el amor que sentía por él, un amor que había sobrevivido a innumerables decepciones y humillaciones, finalment