s de sudor y esperanza en su bolsa, anhelando el reencuentro con
iliar aroma a cilantro y carne asada, la ahogó con
nchados por el llanto, susurró la v
la taquería; el futuro de Lupita... todo desvanecido en una noche por una estúpi
y la esperanza que traía de un país ajen
o se hubiera esfumado así
a lloraba inconsolable, pero Sofía escuchó una voz diferen
a la invadió, una c
apenas cien mil pesos, fruto
ión era evidente al gritarle: "¡Estás loca! ¡Es u
era inquebrantable, tan
esa partida", sentenció, con
suerte, sino un timo. Y a los
caza de