ccidente y Ricardo Vargas, el mejor amigo de mi pa
i cumpleaños dieciocho, cuando reuní todo mi valor para c
". Me humilló, me llamó "fantasía infantil y perturbadora", una "ca
esité ayuda para mi sueño de estudiar en Rusia, me acusó de ser una "obsesiva enfermiza
ome: "Te lo advertí, Sofía. Ahora atente a las consecuencias de tus act
ior se encendió, y de las cenizas de su desprecio, dec
"Ya no eres nada para mí". Su obsesión enfermiza por mi madre había sido el verdadero mot
ado por cicatrices, pero por primera vez, ba