sol de mediodía me golpeó como un puñetazo. Estaba tirado en mi propia cama, todavía con la ropa de la fiesta de lan
hice fue busc
voz rasposa. "¡El Jefe!,
miento era diferente, más delicado. Miré hacia abajo. Una chihuahua
rro, El Jefe, era macho. Lo sabía tan seg
evanté de la cama, tropezando con mis propios pi
pasa? Pareces
efe?", le pregunté, trat
ó el ceño,
ontigo. Te desper
que me había segui
je, mi voz temblando un poco. "Esa
ta, como si hubiera
el cerebro. Nuestra perra siempre ha sido h
ra total, sin una pizca de duda
ue también eran los padres de Sofía, estaban tomando café.
rado. "Díganle a Sofía. E
ó su taza sobre la me
hemos tenido a 'La Jefa'. Una perrita. D
ó, mirándome
o si te escuchara. Después del éx
me miraban como si hubiera perdido la razón. La perra chihuahua se acercó a mí, movien
que tengo raz
illé frente a la perra. Si podía demostrarles que
trar", dije, con la mano temblo
nvulsionar violentamente en el suelo. Un gemido ahogado salió de
absoluto por un segundo, y lueg
escompuesto por el horror y la furia
a empezó a llorar desconsoladamente. Yo estaba paralizado, mi
ba grabando todo con su celular. La escena era perfecta: el joven exitoso, p
o había hecho
s, me llamaron. Mi carrera, que apenas ayer había despegado,
atriarca. El magnate del tequila
apellido Morales. Olvídate de la empresa, olv
co
a y mis tíos, el video viral, mi estado de confusión..
crimen que no cometí, por la muerte de una perra que ni siquiera era mía, mientras mi verdadero perro, mi Je
ces, de
eza. La misma luz de
corrió la espalda.
conocida estaba ahí, d
e lanzamiento acababa
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