a la popular cafetería de sus padres, "El Rincón de Elena" , olía a café recién molido y a pan d
ía indicado su mamá, Doña Elena, desde la
ateo ya te está e
sperando. O al menos, no
uido de una risita ahogada que definitivamente no era la de Mateo. Me detuve con la mano en el a
e Mateo, baja y nerviosa, y la d
rraba la vida. Me concentré en los sonidos. No necesitaba ser un genio para saber lo que estaba pasando. Era obvio. Mateo, mi
ue de fastidio. Teníamos un examen importante el lunes
pir. Tampoco iba a irme. Él me pagaba por mi t
el pelo revuelto y la cara roja. Detrás de él, asomándose tímidamente, estaba Valentina. La nueva, la alumna de i
Su expresión pasó del pánic
Qué... qué
, y una pequeña sonrisa de tr
e, como si no acabara de salir
devolví la vista a Mateo, q
mi muñeca. "Llevamos quince minutos de retraso para l
, claramente decepcionada por mi falta de drama. Espe
eo, como si la palabra fue
s las derivadas. A menos que quieras que le explique
o. Valentina lo fulminó con la mi
icaciones, y mi dinero extra dependía de las horas que le d