ando. Con una voz que no admit
spojado de su nombre y de todos sus privilegios. A pa
incredulidad. Era como si finalmente estuviera entendien
cama, con las manos extendidas como gar
raciado! ¡Me
e, derribándolo al suelo con una fuerza brutal. Lo sujetaron, con la cara aplastada cont
izo algo completamente inesper
hora. Exílielo. Despójelo de todo, pero déjelo vivir. Matar al primogénito, incluso a uno como é
ndo en la estabilidad del imperio, en evitar una guerra civil por un idiota. El viejo capo asintió lentamente, impresionado por su madurez.
le dijo. Luego, su mirada se desvi
rnando. Delgado, con gafas y un traje impecable, siempre había permanecido a la somb
con una revere
cambió la dinámica. La solución a un p
de esta casa. Cuando yo muera, elegirás a uno de mis capitanes más leales como esposo. O, si lo prefieres," añadió,
ofreciendo a Carlos como una posible
aullido de pura desesperación y rabia impotente al ver cómo su
u rostro. Era una situación terrible, una tragedia familia
ó para sí mismo. "La
a madre de Carlos. Una mujer que también le había susurrado mentiras al oído, que le había hech
había costado c
or los aires en un puerto de Veracruz. Una traición orquestada por la madre de Carlos, que traba
e el mismo error estúpido, seducido por el mismo tipo de mujer venenosa. La historia no sol